👩🏻‍🦰07🤴🏻

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Los días y las noches habían comenzado a pasar y la noción del tiempo se terminó de nublar por completo. No sabía con exactitud cuánto llevaba en la medieval Europa pero sí era consciente de que tenía que darme prisa o me volvería loca. Mi salvador no había vuelto a tocar aquel delicado tema y en el fondo se lo agradecía, no quería terminar discutiendo con él. Durante los días anteriores habíamos recorrido distintas distancias y tramos para ver si encontrábamos comida o agua pero todo acababa con el mismo resultado, árboles secos que se extendían sobre la muerta hierba.

-Nada.- Anunció cansado de encontrar lo mismo.- Deberíamos movernos.

-Sí, estoy de acuerdo.- Murmuré.

-Mañana retomaremos el camino.-Dijo cuando se sentó.- Debemos encontrar algo para sobrevivir y aliados, sobre todo aliados.

-¿Crees que nos ayuden?- Pregunté imitando su actuar, me senté ya que no aguantaba más los pies.

-Eso espero, señorita.- Respondió antes de quedar dormido.

A pesar de no tener casi recursos, él no había perdido el atractivo físico ni la sonrisa, era muy diferente a mí que debía verme horrible y mi estado de humor era de amargura total. Mi mente dejó de pensar en cosas completamente absurdas y poco importantes cuando ramas comenzaron a partirse a nuestro alrededor. Olán de inmediato se despertó y yo me encontraba hecha bolita en una esquina, asustada y sin saber lo que sucedería.

-¿Confía en mí?- Preguntó entre susurros.

Asentí repetidas veces y extendió su mano hacia mí para que la tomara y eso hice. Olán salió disparado de la choza y sin hacer fuerza me montó en el caballo y se subió, cabalgando a toda velocidad por el oscuro bosque y dejando atrás a las personas desconocidas.

-Soldados o brujas.- Habló, respondiendo una pregunta no formulada.

Estaba aterrada por lo que me aferré a su ropa en búsqueda de seguridad, esa sensación que solo lograba sentir con Malek. Con una de sus manos envolvió la mía y no la alejó en ningún momento, estaba prohibiéndome soltarme o alejarme de su cuerpo y en esos momentos no tenía intención de hacerlo. Cabalgó hasta que el caballo no pudo más, por obligación y preocupación por el bienestar del pobre animal nos detuvimos en un llano que milagrosamente se encontraba sin ningún árbol a su alrededor.

-¿Sabes dónde estamos?- Le pregunté con cautela.

-No.- Negó con la cabeza.- Nunca había estado en estas tierras.

-Debemos llegar a un mercado o encontrar comida, el caballo morirá si no come.- Escuché un bufido de su parte.

-Se preocupa más por el animal que por usted.- Se quejó pero asintió.- Veamos si hay una ciudad cerca.

Mis pies debían tener al menos una dolorosa ampolla en ellos. Si mis cálculos eran correctos, llevábamos un aproximado de nueve días caminando ciertas distancias aunque pudieron haber sido peor de no haber sido por el caballo. Los distintos cambios climáticos habían maltratado nuestros cuerpos y el hambre y la sed nos tenía delirantes. Podía sentir la piel de mi rostro escocer y podía apostar cualquier cosa a que se encontraba rojo, más la zona de la nariz y mejillas que cualquier otra parte. Sentía que en cualquier momento me desmayaría, no había probado bocado en días y mis labios estaban partidos por la falta de agua.

-Si seguimos así moriremos en pocos días.- Susurré para mí.

-Lo sé.- Murmuró.

Por suerte aún llevaba la capa que él me había prestado por lo que mi llamativo cabello no atraía la atención de las personas que se encontraban frente a nuestras narices. Habíamos llegado al borde del bosque y encontrado la ciudad, una amplia extensión de tierras y la multitud de personas nos daban la bienvenida.

-Personas.- Susurré al borde del llanto.- Puesto.

-Al fin.-Casi gritó de la alegría.

Caminamos lo más rápido que pudimos y nos escabullimos entre las cientos de personas que por ahí transitaban. Tenía curiosidad por saber dónde estábamos pero no hizo falta que preguntase, ante nuestros ojos apareció un pequeño cartel tallado a mano.

-Sdon.- Leí entre lágrimas de alegría.- Bienvenidos a Sdon.

-¿Se encuentra bien?- preguntó alarmado.

-Sí.- Asentí velozmente.- Conozco a alguien que podría ayudarnos.

Él consiguió que una mujer nos regalara comida y tanto nosotros como el caballo, nos encontrábamos felices de poder probar bocado. Estaba vagando por el pueblo con un único objetivo, encontrar a ese conde charlatán. Con el poco sentido de la orientación que me quedaba pude llegar justo a tiempo para ver un rostro conocido salir del reducido edificio.

-Reli Fracci.- Llamé por su nombre y detuvo sus pasos con brusquedad.

-¿Quién osa a...?- Sus palabras quedaron en su garganta cuando sus ojos examinaron mi rostro.- Bruja.

-No soy una bruja.- Respondí mientras me acercaba a él.

-Es imposible que mi reina esté con vida.- Dijo con expresión desencajada.

-Soy yo, gran charlatán.- Sonreí sin poder evitarlo y lo abracé.

Tardó en reaccionar pero al final me devolvió en abrazo. Por primera vez en días podía sentirme relativamente bien. Él me rodeó en un cálido abrazo como si intentara descubrir si era obra de su imaginación.

-No puedo creerlo.- Murmuró cerca de mi oreja.- Es usted...

-Lo soy.- Aseguré.

-Definitivamente es mi reina, solo ella osa a llamarme charlatán.- Murmuró, provocando mi risa.

-Es bueno volver a verte.- Comenté una vez que nos separamos.- Él es Olán, es...

-Sé quién es, mi reina.- Interrumpió con brusquedad.- No debería caminar a su lado, no después de lo ocurrido.

-Me salvó la vida.- Susurré.- Él me salvó del ahogamiento, fui acusada de ser una bruja.

-¿El rey lo permitió?- Preguntó asombrado.

-No. No escucharon sus órdenes.- Recordé aquel momento en que fui lanzada.- Él no sabe que estoy viva pero si pongo un pie en Britmongh en estos momentos me matarán.

-Malek debe estar hecho pedazos.- Murmuró.- Los acogeré a ambos, solo por salvarle la vida.

-Gracias.- Hablé con alegría.- Estoy en deuda contigo.

Olán quiso aparentar indiferencia pero en el fondo estaba más que aliviado de tener un techo estable y comida y bebida de sobra. Reli Fracci seguía siendo tan fiel a nosotros como en antaño y ese hecho aliviaba mi corazón, saber que teníamos personas como él a nuestro alrededor era reconfortante.

-¿Para salvar tu cabeza de un rey molesto o por estima?- Pregunté en un tono burlón que no pasó desapercibido.

-Diría que por ambas mi señora pero le estaría mintiendo. Es más por estima que por mi propio cuello, no podría dejarla en ese estado y vivir tranquilo con ello. Aunque si me permite decirlo, su esposo no estará muy alegre de saber con quién ha pasado a solas los últimos días.- Comentó con desagrado.

En esos momentos podía decir que me sentía como en casa aunque no en su totalidad, no en ese entonces pero pronto lo estaría.

Retorno Medieval© EE #2 [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora