Llamadas. VI.

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Katsuki cambiaba el peso de pie a pie. Llevaba una hora afuera del hospital aquella mañana siguiente al incidente.

No había podido dormir en toda la noche debido a la duda. Dio vueltas en la cama, se arropó, se sacó las sábanas, sin sentir frío o calor, sólo desesperación.

Cuando la luz del sol alumbró por fin, se vistió con algo decente y se movió a la puerta del hospital más cercano a la estación de policías. No sabía que ella estaba realmente allí pero necesitaba preguntar.

Necesitaba saber quién era ese hombre, encontrarlo y preguntar si era él quien se había llevado a Uraraka Ochako.

Dónde estaba.

Por qué estaba en ese lugar.

Y si... Ella estaba viva.

Si era un simple carterista que llevó las cosas muy lejos o un asesino que arrebató a una chica de los brazos de su madre.

Katsuki deseaba con todo su ser darle alivio a Uraraka-san sin saber porqué, más sabía que era humano y que como humano tenía empatía.

Sabía que si algo le ocurría, sus padres morirían hasta saber qué le ocurrió.

—Con cuidado, Yaoyurozu-san—, una mujer mayor acompañaba a una joven, cabello negro, alta y esbelta. Ella llevaba vendas alrededor de la cabeza.

—Buenos días—, se envalentonó Katsuki, llegando a ellas—. Mi nombre es Bakugou Katsuki, soy quien te encontró en los túneles.

Ambas mujeres posaron con sorpresa ante su presentación. Tal vez ninguna esperaba que se presentara así, de la nada, una persona que ya había terminado su interacción con otra.¿Pensarían que buscaba dinero por haber salvado a la muchacha?

—No quiero importunar pero...—, se estaba poniendo nervioso bajo la mirada de las dos mujeres—, necesito hablar contigo.

Las dos se miraron. Katsuki entendía todo lo que suponía hablar con él.—Obasan, permítame caminar—, pidió la chica con voz calmada y se dirigió a su altura—. Bakugou-kun, dime por favor qué necesitas de mí.

Tragó saliva.

—Debo preguntarte acerca del ataque—, el rostro femenino se ensombreció—. Sólo lo que recuerdes de tu agresor, una pista, lo que recuerdes—, aclaró. A Katsuki no le importaba qué hacía ella antes o después del ataca. Sólo quería encontrarlo.

Las mejillas se ronrojaron y la mujer trató de esconder su rostro detrás de su puño.

—Era un chico, estoy casi segura—, algo en Katsuki cambió en ese instante. La tierra comenzó a mecerse a su alrededor, el aire se hizo pesado y sus pulmones parecían de concreto—. No vi su rostro, no vi nada más que una sudadera azul obscuro.

Vio cómo ella comenzaba a hipar. Las lágrimas casi bultos en sus ojos.

»Una ráfaga azul que me arrastró dentro de ese túnel.

Entonces comenzó a llorar. La vio frente a él, convulsionando por el llanto y no escuchó nada más.

No escuchó nada más de ella.

—¡Sólo eso viste?—, la tomó de los hombros y la obligó a verlo a los ojos castaños profundos, como fuego—. ¡No me digas que sólo eso tienes para decirme! ¡Debes recordar algo más! ¡Debes decirme quién se la llevó!

Gritó hasta que los pulmones pesados se quebraron dentro de sí. Sus manos marcadas en los brazos finos, dejando su huella.

En la mirada de la chica, la huella del miedo.

La soltó en ese instante. Miró sus manos y luego los brazos.

¿Él la había lastimado? ¿Él le había causado ese miedo?

¿Así, con esos ojos, habría visto Uraraka Ochako a quien se la llevó hacía tres años?

¿Qué le sucedía?

Corrió, corrió y corrió lejos de ese miedo en los ojos de la chica.

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⏰ Última actualización: Apr 05, 2021 ⏰

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