Pechos. V.

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Domingo por la tarde.
Ese momento donde nadie pensaba nada ni ponía atención a cualquier cosa que no fuera la persona misma.
Es por eso que Katsuki dejaba baja la guardia y se apoltronaba en el sillón con Ochako entre sus piernas, recostada en su pecho.

Por lo general, compartían una película, una taza de té o una lectura entre los dos, aunque en todos los casos, terminaban hablando de cosas varias y era eso otra cosa que Katsuki amaba: incluso con sus padres debía mantener cierta actitud pero ella parecía leer más allá de eso, así que poco hacía para aparentar.

Ella hablaba y se veía tan linda que le apretaba las mejillas para guiarla a un beso.
Sólo había un problema: algunas veces, ella profundizaba.

Y era esa ocación, como una vez cada mes, en que Ochako lo tenía contra el sillón, comiéndole los labios. Sus manos estaban en el pecho la última vez que las sintió, más no supo en qué momento estas se fueron hasta el vientre, llegando a una zona peligrosa.
—Katsuki—, jadeó—, quiero.

Un escalofrío le recorrió el cuerpo entero.
—¿Qué quieres?—, su voz salió más ronca que de costumbre.

—Esto—, y por el pantalón holgado, tomó la silueta de su erección, acariciando el tronco y girando su dedo sobre la cabeza endurecida.

Le atrapó los labios de nuevo, mientras su mano cayosa caía en sus pecho, apretando su seno. Escurrió la mano por su espalda y apretó una nalga tan gorda que le excitaba.
—¿Qué quieres hacer con eso?—, inquirió en un tono juguetón y sensual, opacando su excitación.

—¿Quieres saber?—, sonrió y acercó al oído de Katsuki. Susurró unas cosas y las mejillas del rubio se tiñeron de sonrojo.

—¿En serio?—, sus ojos estaban abiertos de la sorpresa. Ella asintió. Katsuki imaginó la propuesta y su pene dio un brinco contra la mano femenina.
No esperó más y se abalanzó sobre sus labios, manoseado su trasero y con hambre, recorrió desde su boca hasta el hombro, pensando en quedarse allí pero no: bajó el tirante de la camisa y con él, el tirante del sostén.

Tomó la orilla del cuello de la blusa y lo bajó más, dejando al aire el pezón caramelo y se lo llevó a la boca, lamiendo, chupando, mamando como si esperara algo de ellos salir. Quería poner más excitada aún, que le dijera todas esas cosas secretas que pensaba y que con tal de complacerla, él probaría también.

La quería libre, loca, audaz, confiada sobre todo.
Que ella hablara lo que pensara, que se sintiera segura entre sus manos y feliz de sus experiencias.

La quería a ella y a nadie ni nada más.

Pensó en recostarla en la cama y aunque fuera la posición ideal para sus planes, no lo harían en ese sillón. La tomaría en brazos, llevaría a su habitación, no importando si se detenían en algún sitio, pero llegarían a su cuarto antes de que...

—¡Ya te extrañaba!—, escucharon y ambos se apartaron uno de otro con rapidez, Ochako acomodando su sostén de nuevo arriba al tiempo que sentía la mirada de Denki y Jirou en ellos.

Ambos tomaron lugar lejos uno de otro, como si fuesen desconocidos y no novios desde hace varios meses.
Hizo sentir mal a Katsuki. Él la amaba, la quería, la ansiaba, ¿por qué tendrían que actuar así?
Suponía que ella pensaba igual, pero sabía cómo era él y prefería no preguntar nada.

Dolió más.

Katsuki se levantó y tomó su mano—, ven, Ochako—, con sólo decir su nombre ya eran íntimos, más cuando sus dedos se entrelazaron.
Y fue peor cuando ambos anduvieron hacia las habitaciones, juntos.

Kacchako 4 Ever IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora