Blinding Lights.

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El lagarto hecho de sombras escaló por el edificio de veinte pisos, acogido por la obscuridad de la noche cernida sobre la ciudad.
Detuvo sus pasos, aferrándose con sus patas adheribles al metal frío.

Giró el rostro y sus ojos panorámicos obtuvieron la vista de la Ciudad Pecado.
Debajo de él los pecados corrían, se lanzaban granadas, disparaban lanzallamas y un auto yacía llantas arriba sobre el pavimento.
Los alaridos de los pecadores se escuchaban hasta su altura, como gritos de un parque de diversiones donde la tortura se encontraba en cada juego.

Los ojos del lagarto se incendiaron con el brillo de la lumbre quemando el centro de la Ciudad Pecado.
—Allí estabas—, se giró ante la presencia de su dueña. La castaña flotaba, parada en la pared del edificio. Se acercó a pasos seguros sobre el metal, alcanzando al lagarto de sombras y tomando rienda de él—. Te he estado buscando. Ya es momento de...—, el lagarto escuchó cómo ella tragaba saliva con nerviosismo—, vernos con él.

Lo condujo hasta el techo del edificio, alcanzando la cúspide.
Cuando llegaron, el nadir brillaba con su presencia.

—Llegas tarde—, sentenció el rubio. Un puma descansaba el filo del precipicio, viendo el desastre de la Ciudad Pecado—, no encontrabas a Deku, ¿no es así?—, tentó con una broma.

Ochako dio un pizotón con fuerza sobre el suelo.
—Cállate y déjame dormir.

El rubio, ataviado en una túnica blanca, sonrió altanero—: entonces ven.
Pero fue él quien deshizo la distancia entre ambos. Tomó a Ochako de la cintura, formada por los cinturones de su vestido negro de cuero, y le consumió los labios en un beso.
Ochako se aferró a los hombros de Katsuki, enredando sus dedos en la melena rubia, entregándose al beso.

Así había sido desde el principio y así sería hasta el final de los tiempos.

Se separaron y Katsuki siguió por el espacio que ella le dejó libre para andar.
Lo único que molestaba a Ochako era la despedida.
Ella se había enamorado de él hacía miles de años, pero nunca supo si él se sentía igual.

A cada paso, el cielo iba perdiendo su tono noche y se iluminaba, cegando a la Ciudad Pecado, derritiendo a los pecados y pecadores, trayendo de vuelta al Paraíso en esas misma ciudad dual del bien y el mal.

Le dio la espalda, andando al final contrario de ese, el edificio más alto, susurrando

Kacchako 4 Ever IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora