Favores. VIII.

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Aquella mañana le empezó temprano a Katsuki.
Para las siete del día, aunque hubiera dormido tarde ya se dedicaba a acariciar el cabello castaño de la mujer en su pecho.
Resguardaba ella la cría pequeña de dos meses aún con su color rosado.

Sin embargo, él crecía como el amor de Katsuki al bebé y a su madre.
Tomó su móvil y desde su pecho, fotografió a ambos. Abrió la galería y miró la foto con atención: paseó el dedo y con la excusa de fotografiar al bebé, también enfocaba hacia ella.

Donde el bebé sonreía, ella sonreía.
Donde el bebé la abrazaba, ella le abrazaba.
Donde ella le daba un beso al bebé, él quería dárselo a ella.

Y lo notaba en su mirada: Ochako estaba agradecida de no estar sola en ello.

Los dejó dormir aunque en poco, despertaron.
Ella se levantó con todo y el camisón en su cuerpo hacia la cocina y Katsuki quedó al cuidado de Itsuki hasta que ella los llamó.

Se acercó a la mesa y sentó al bebé en ella, dejándolo jugar con su biberón a tirárselo encima y rió con él.
Sin embargo, dejó de reír cuando Ochako se sentó en su regazo y comenzó a hacer muecas al bebé que reía aún más.

Katsuki la observó desde abajo.
Aquello había sido tan natural y sentido tan bien.
¿Acaso ella aceptaba un acercamiento más íntimo?

La observó absorto, ella notando su mirada y parando en él.
La distancia era corta y larga a la vez, pero si ella ponía el brazo sobre sus hombros, abrazando su cuello; si ella le paseaba la mano por el cabello cenizo y si ella se inclinaba sobre él, él la tomaría del cuello y le robaría el beso que el primero, desde aquel día del parto, estaba esperando.

Sus narices se rozaban y el aliento era uno, como uno se habían hecho en ese bebé, en tanto la puerta se abría en un estruendo.
—¡Ochako, regresé!—, ella se levantó de su asiento, provocando que la mesa se levantara y el bebé cayera a ella, golpeándose la frente. Katsuki tomó al bebé lo más rápido que pudo y lo llevó al baño—.¿Ochako?—, preguntó Izuku, observando la carrera rápida del rubio al baño—. ¿Qué hace Katsuki aquí?

Ella no supo que contestar y siguió al otro al baño, encontrándolo inclinado sobre el niño pero en ropa interior, como si hubiera dormido con su esposa, que también iba en ropas cama.

La tomó del brazo con brusquedad hacia la cocina, atónito de todo.
—¿Me puedes decir que están haciendo ustedes dos mientras no estoy?

Ochako estaba roja de la vergüenza y la culpa no la dejaba hablar.
—Soy el niñero de Itsuki—, dijo la voz grave desde el marco de la cocina, con el bebé calmado en brazos y un pequeño moretón en su frente—. No llevo ropa porque mientras tú estabas salvando el mundo, yo velaba el sueño de tu hijo por las noches, para que tu esposa no se sintiera sola al criar un bebé.

Se acercó al recién llegado.
—Pero ya estás aquí—, le puso al bebé en brazos—. Ahora tú puedes hacerte cargo.

El niño comenzó a llorar mientras Katsuki volvía a la habitación donde dormía, se vestía y tomaba sus ropas.

Maldito bastardo.
¿Por qué tenía que regresar a arrebatarle a su hijo y a su mujer?

Kacchako 4 Ever IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora