Osita. VII.

397 25 0
                                    

-Ah, señor Bakugou, extrañaba sus llamadas, pero lamento decirle que faltan tres días para el mes de convivencia...
-¡Está preñada!-, gritó al teléfono esa misma mañana-. ¡Su osa está preñada! ¡Pueden modificarlas para que tengan cola y orejas pero no para ser estériles!...
La retahíla continuó varios minutos, en los cuales, Mina, la asistente, escuchaba con letargo.
-Señor Bakugou, ¿ha leído nuestra publicidad? Dice en los anuncios "como una mujer de verdad"-, lo siguiente fue sarcasmo-. ¿Sabía que las mujeres se embarazan si tienen sexo sin protección?
Se golpeó la frente. Siempre lo trataba de estúpido.
-Mire, lo diré claro-, se estaba enojando-: ¡yo no quiero una osa embarazada! ¡Vengan ya! ¡Pagaré lo que sea pero llévensela! ¡No me importa!
-Señor Bakugou, según nuestra normas, no podemos recibir a una osa embarazada-, se lo dejó en claro, sugiriendo lo peor-. Si usted desea que recibamos a la osa china... Deberá ser sin bebé... -, lo dejó pensando-, pero eso queda en su conciencia.
-Le digo...-, lanzó un suspiro-. Yo sólo quiero que se vaya. ¿No les conviene que ella esté esperando un bebé? Serían dos osos por el mismo precio.
-Ay, señor Bakugou... -, se lamentó-. Es inhumano. Para ambas partes, cualquier solución que no sea sana. Llámeme sea la que sea su decisión.
Y le colgó, dejando a Katsuki por demás tocado.
Ella lo creía capaz de hacer abortar a la osa.
Dejó el teléfono. Cansado de momento, harto de toda esa situación y si lo pensaba bien, era su culpa.
Anduvo a su habitación, donde la había dejado para correr al teléfono. Abrió lentamente la puerta, tratando de no despertarla, mas la vio girarse y sus hombros convulsionarse.
Corrió hacia ella, tomándola en brazos-. ¡Osita!
Pero ella lo alejó-. ¡Aléjate! ¡Vete tú! ¡Te odio, te odio, te odio, papá oso!
No le importó y la siguió abrazando.
-¡Ahora qué te pasa!-, desistió de poner distancia entre una y otro.
-¡Tú no quieres a mi osito! ¡A ti no te importamos! ¡Pensé que después de un mes, te importaría pero no: a papá oso no le importo!
Lloraba desconsolada, retorciendo el cuerpo entre su pecho.
-¡No quieres a mi osito! ¡No me quieres! ¡Papá oso, para qué me trajiste aquí!
Tardó llorando hasta que se quedó dormida.

Kacchako 4 Ever IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora