Llamadas. V.

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—Entonces...—, habló el hombre frente a él—, ¿tú sólo estabas esperando el tren?

Katsuki tomó el tiempo de recorrerlo con la mirada por primera vez desde el oficial entró por la puerta. Cabello negro largo, piel pálida y una ojeras tan profundas como si la vida de detective policial le hubiera mermado la vida.
«Aizawa» rezaba en el gafete.

—Sí—, respondió con firmeza. Debía ser cauteloso. Estaba en una situación bastante delicada y si no jugaba bien las palabras, podía meterse en un lío mayor.

El oficial bajó el papel de su declaración, obteniendo contacto con la mirada de Katsuki por fin. Con ojos cansados lo escaneó de arriba a bajo y luego sostuvo de nuevo la mirada—: bien—, habló luego de unos minutos—, parece que tu declaración es cierta y lo poco que la señorita Yaoyorozu nos pude decir no te involucra. Ella recuerda a un hombre de suéter azul obscuro y tú—, miró a su vestimenta: una playera roja y una chaqueta café—, obviamente no entras en la descripción.

El oficial soltó un bufido cansado y con más pesadez aún, levantó del asiento.
—Ya tuviste tus cinco minutos aquí sentado—, se ajustó la corbata sobre su camisa blanca y le miró desde arriba—. Te puedes ir. La estación te proporcionará transporte a tu hogar debido a la hora. De los Yaoyorozu... Sólo espera que el padre de la chica quiera agradecerte por salvar a su hija. Del resto, no te preocupes.

Comenzó a andar hacia la puerta detrás de él y en los segundos en los que caminaba, todo pasó frente a él.
La ansiedad, el temor, la adrenalina de correr por el túnel. Debía hablar, debía decirle sobre el móvil que encontró, sobre cómo fue llevado directamente hacia la madre de una víctima a través de coincidencia.

Quería que le dijera que nada estaba pasando y que todo era un sueño.

—¿Qué te sucede?—, Katsuki despertó. Se había movido por inercia y tomado la muñeca del oficial, cerrando con fuerza su puño en torno a su muñeca.

Miró a su puño: lo nudillos blancos.

La realidad golpeó de nuevo: seguro lo tomaría de demente.
Lo podrían acusar de acosar a la chica.

Lo soltó en un instante, tomó su maletín de la universidad y corrió a través de la puerta.

Kacchako 4 Ever IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora