Prolove.

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—Uraraka—, escuchó desde un costado. Se detuvo en el instante que escuchó el llamado—, necesito pedirte un favor.
—Dígame, Padre—, esperó a que el hombre le llegara al lado para que le hablara. El hombre colocó una mano en su hombro.
—Sabrás que las Hermanas de la Pastoral Profética están en Catedral orando debido a la marcha que estas...—, guardó un silencio que dijo mucho—, señoritas están haciendo. ¿Podrías dirigir el rosario después de misa?
A veces, ella pensaba que el Padre les tenía cierta rabia a esas chicas porque le habían acusado de acosar de sus hermanas de la Pastoral Juvenil.
Ella en lo personal no lo creía, porque el único hombre que ella conocía era su novio Izuku, con quien ella tenía ya tres años de noviazgo.
—Ayudaré, Padre, pero le pido que me deje terminar la oración quince minutos antes de la hora: ciertamente, las calles no son tan seguras a esas horas.
El hombre dejó salir un bufido molesto, pero no dejó que ella lo notara cómo de enojado estaba.
—No te preocupes, Uraraka. El hermano Monoma se encargará de llevarte a tu casa: yo me encargaré de eso.
Ella frunció un poco el ceño.
—Llamaré a Izuku—, mencionó mientras tomaba fuera su teléfono móvil y comenzaba a marcar el número de teléfono.
—Yo creo que no—, el Padre posó su palma en la suya y la detuvo—, él tuvo un altercado con un chico en la marcha y es eso que yo también debo retirarme después de misa—, aquello sobresaltó a Uraraka—. Pero no te preocupes: yo me haré cargo de él y su seguridad.
Ochako asintió y se dirigió a su lugar en la bóveda de la iglesia, comenzando a leer las lecturas del día.
Pero ella nunca podría leer lo que Dios le tenía preparado.

Kacchako 4 Ever IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora