Capítulo veintiuno

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Llega la hora de dormir, saldremos muy temprano antes de que amanezca. Los Ford han decidido traer todo el equipaje a nuestra casa y pasar la noche aquí; así que mi hermano y los minis Ford se van a quedar toda la noche despiertos para no tener jet lag. Yo estoy en mi habitación, he decidido escribir algo, pero no puedo. Cada vez que empiezo una frase algo me dice que es mala idea. Siento que estoy haciendo todo mal, es como si estuviese en una pausa continua.

Cierro el ordenador de malas maneras e intento meterme en la cama. En cuando me siento sobre ella tengo ganas de llorar, no lo entiendo todavía. Tengo que olvidarme de lo de hoy y seguir con mi vida, compadecerme no va a hacer que llegue a nada en la vida (frase de tía Amelia). Agarro el edredón y lo lanzo al suelo, no puedo soportar su tacto. Me pongo los auriculares con música a todo volumen y cierro los ojos con fuerza hasta que siento la tensión en las pestañas. Las melodías consiguen que mi mente se evada durante varios minutos continuados, sin embargo; algo en mí, más fuerte aún que su poder,me obliga a bajar con el resto. Me pongo un chándal y voy al salón con paso firme.

Todos han caído. Noah tiene un mando de la consola en la mano y la baba le llega al cuello de la camisa, Ethan emite pequeños ronquidos desde el suelo, y Avery está tumbado con las piernas cruzadas y la cara tapada por una almohada. Me siento en el borde del sofá y agarro el mando del aire acondicionado para bajar la temperatura un par de grados. Pongo Netflix y me tapo el abdomen con una almohada que uso de peluche.

—¿Me he dormido? —llevo aquí alrededor de un par de horas, Ethan se acaba de despertar.

—Eso parece.

Arrastra el culo por la alfombra hasta donde yo estoy—parecen bebes, ¿les hacemos una broma?

Suelto una carcajada solo de pensarlo, siempre soy yo quien se lleva las bromas de los trogloditas porque que soy una marmota y me suelo dormir antes que ellos.

—Sí, por favor —afirmo entusiasmada, quizá esto me ayude a salior de mi mente.

—Creo que si les maquillamos no se van a enterar hasta que les vean nuestros padres y se chiven —su cara de malicia lo dice todo, pretende molestarles.

—No pienso malgastar mi maquillaje con esos dos —me quejo y Ethan se ríe. 

Se levanta y va hasta las maletas —el de mi madre nos sirve. Tú a mi hermano, que tiene el sueño más ligero y eres más delicada. Con Noah no pienso tener piedad —muestra los dientes al sonreir.

Agarro un eyeliner negro y voy hasta Avery. Levanto la almohada que cubre su cara y comienzo a dibujarle corazones por toda la cara. Con un labial rojo coloreo sus labios a toques suaves. Por un momento, consigo concentrarme en los trazos que estoy haciendo sobre su piel, evadiéndome de la maldita realidad.

—Liz —dice, frotándose los labios el uno contra el otro.

Está hablando en sueños, o eso creo.

—Dime, soy yo —respondo con voz dulce.

—¡No te creo! Los dormidos siempre dicen la verdad, ¿no? Aprovecha —me pide Ethan frotándose las manos y viniendo hasta mí.

—Lizzzzzz —repite dejando arrastrar su repiracion. Suena tan en calma...

—Está hablando en sueños —lo miro.

—Bueno pues que se vaya despidiendo que les voy a despertar, salimos en diez minutos para el aeropuerto —eleva el tono de voz y agarra su teléfono.

Ethan pone música a todo volumen y Avery sobresaltado se sienta y, cuando consigue reaccionar, lanza el cojín que antes tenía en su cara hacia la mía. Noah sigue dormido, agarro la misma almohada que me ha lanzado Avery, voy hasta él y lo golpeo en repetidas ocasiones en la barriga. Si lo hiciese en la cara, mancharía la funda blanca que lo cubre, me metería en una buena.

—¡Qué ya voy! —grita, despegando el trasero del sofá—. Tío, que guapo estás —le dice a Avery.

Se pasa la mano por la cara —¡Elizabeth! ¡Más te vale correr! —me apunta con el dedo índice y corre hacia mí. Intento huir de él, pero al llegar a la escalera aparecen nuestros padres y tía Amelia en fila.

—Chicos, es muy temprano para que montéis este escándalo —nos regaña mi tía.

—Que guapo está mi niño —la madre de Avery le pellizca las mejillas—. Lizzie, quítale eso de la cara antes de que manche algo —dice, intentando aguantar la risa mientras me dedica una mirada cómplice.

—Ven, anda —le agarro la mano y lo llevo hasta mi habitación—. Siéntate ahí —señalo el tocador.

Me hace caso y, medio dormido, arrastra los pies hasta el sillón —me voy a vengar de esta.

Tomo un poco de desmaquillante con un disco de algodón y comienzo a frotarle cuidadosamente la cara. Me mira fijamente a los ojos como si buscara algo, al rato su expresión cambia, gira su cabeza hacia el espejo quedando los ojos fijos en su reflejo.

—Listo —tiro el algodón usado a la papelera.

Se levanta y me abraza sin decir nada —te quiero mucho, Liz. Estoy aquí para ti.

Me estremezco —¡suéltame!, ¡Por favor! Suéltame...—rompo a llorar y mi voz se transforma en un susurro. Le doy una patada y se aparta asombrado.

—¿Qué coño pasa aquí?

Mi hermano irrumpe en la habitación —Ford, no quiere nada contigo. Sal de aquí —le da un empujón sobre el pecho.

—Noah solo la he abrazado, esto no tiene nada que ver conmigo —se enfrenta a él, se pone a su altura y clava su mirada de forma desafiante en la de mi hermano.

Les aparto con las manos y huyo de la habitación. Me meto en el coche donde están esperándonos nuestros padres y clavo mis ojos en la pantalla lo que dura el viaje hasta que aterrizamos en Londres, evitando cualquier tipo de contacto con Noah.

Él [#1]  (COMPLETA)✓ (Pronombres Que Terminan En Mi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora