Capítulo cuatro

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Hacemos lo que nos dice. Me siento con una pierna sobre la otra en la arena, ya que el vestido no ha sido la mejor opción para venir a una playa y no quiero que se me vea nada. Avery se sienta junto a mí con las piernas cruzadas y la chica que está a su lado le pasa un vaso de color azul.

—Tranquila, no lleva alcohol —me susurra.

—¿No confías en mí para llevar tu coche?

—Oh, créeme, eres la única en la que confiaría para eso. Vamos a divertirnos un poco —comienzo a ver sus intenciones—. Haz como que me quitas el vaso y bebes —lo sabía—. A tu hermano le va a encantar.

Hago lo que me dice y le doy un buen trago a su vaso mientras miro de forma desafiante a mi hermano.

—¡Eh! Deja mi vaso, borrachilla —dice Avery, siguiendo con nuestro juego.

Doy un trago aún más grande y se lo devuelvo con prepotencia

—Todo tuyo —el vaso pasa de mi palma a la suya.

Mi cómplice me guiña un ojo. Ambos miramos a mi hermano, que parece un tanto molesto por la escena.

—Lizzie, nos vamos —me ordena Noah. Después, se levanta de forma brusca del suelo.

Camina hacia mí mientras se sacude la arena de las piernas. Cuando llega a mi posición, me agarra del brazo y tira de él. Rápidamente, respondo a su acto retirándome forma brusca.

Agarro toda mi actitud para poner los puntos sobre las ies.

—Si te molesto, ya sabes lo que tienes que hacer.

Todos me vitorean. En ese instante, el chico de antes que me cedió su sitio se levanta e intenta hacer que mi hermano vuelva a sentarse para calmar la situación. Agarra a Noah por el hombro y puedo ver un pequeño tatuaje en su pulgar izquierdo. Se trata de un tintero con aspecto de estar derramado. Ahora me gustaría saber si esa pequeña marca de tinta tiene algún tipo de significado o es meramente ornamental.

Ese chico consigue captar mi atención el resto de la noche. La inquietud y el misterio que transmite son atrayentes para mi mente curiosa.

—Vamos a jugar a un clásico... —Comienza a decir la chica rubia que está sentada junto a Avery.

—No lo digas —dice mi chófer particular.

—Verdad o atrevimiento —acaba la frase un chico pelirrojo que lleva una sudadera de la universidad de California de color gris pálido.

—Ni de broma, no voy a jugar a eso con mi hermana —grita Noah, un tanto exaltado. No tarda ni 3 segundos en levantarse de nuevo de su sitio—. Me voy a por algo de beber.

—Cuidado, no sea que te encuentres otras cosas que meterle a tu cuerpo por el camino y "tu hermana"—digo con retintín— tenga que llamar a una ambulancia.

Hace oídos sordos a lo que le digo y sigue su camino hacia la mesa de las bebidas.

Miro a Avery, veo que vuelve a estar un tanto tenso. Gira su cabeza hacia mí y se acerca de nuevo a mi oreja.

—Cuidado. Estos y ese juego no son una buena mezcla —dice, para acabar retirándose de mi oído rápidamente.

Creo que tiene la intención de que el resto sepa lo que ha dicho.

No sé si tenerles miedo. No los conozco y con ese tipo de juegos se acaban haciendo locuras innecesarias. Locuras que no estoy dispuesta a cumplir si tienen como objetivo ridiculizarme.

—Ford, empiezas tú —el chico pelirrojo se refiere a Avery.

—Verdad —responde sin titubear.

Él [#1]  (COMPLETA)✓ (Pronombres Que Terminan En Mi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora