Capítulo diecinueve

1.1K 58 16
                                    

Aviso de contenido sensible.

Contenido +18.


El lío de mi cabeza cada vez se ve más claro y caigo en la conclusión de que estoy enamorada de Avery. Nada puede remplazar ese sentimiento que lleva años aferrándose a mi corazón.

Quien iba a decirle a mi yo de ocho años que se iba a enamorar del pedante amigo de su hermano, el mismo que solo sabía hacerla enfadar y robarle sus gominolas mensuales.

Aparco frente a la casa que me indica la pantalla. Sin pararme mucho a observar los detalles, llamo al timbre y rápidamente me abre un señor con aspecto de mayordomo, me invita a entrar al salón. Me siento sobre un gran sofá blanco que hace juego con toda la decoración impoluta de la casa.

El ambiente es tan frío como el chico que lo habita. La distribución y el aspecto de la estancia parece calcado de una revista de decoración, sin personalidad, sin vida... Solo tiene la utilidad de ser bello.

Lo bonito jamás fue lo solitario, un hogar se disfruta, una casa se mantiene intacta desde su compra. Me recuerda a la mía, son un tanto similares en ese aspecto: todo tiene un sentido de ser, más nada tiene utilidad. Mi habitación es el único rincón de la casa que tiene algo de personalidad; aunque sea minimalista y me guste la sencillez mezclada con la elegancia. Es la viva imagen de las expectativas de mi tía y no me avergüenzo de ello, es lo que la mantiene ordenada.

—Vamos a mi habitación —irrumpe Hunter en el salón de forma repentina.

Está nervioso, creo que es porque hemos tenido tantas veces esta conversación que supone que alguna vez tiene que llegar la definitiva.

Le sigo a través de la inmensidad de la casa hasta una gran buhardilla poco iluminada pero gigantesca. Me fijo en cada esquina de la habitación, me desprende melancolía, apenas hay objetos que aparentes valor sentimental o fotos. Parece una habitación de hotel.

—Bueno, adelante, déjame. Llevas deseándolo desde que conseguiste ponerlo celoso —comienza a alterarse, su cuerpo se tensa mostrando una gran vena en el cuello, sus manos están apretadas formando puños.

Empuja mi cuerpo contra una pared casi vacía de la que solo cuelga un cuadro minimalista que se tambalea, creando eco al golpear contra el yeso.

Estoy paralizada, no siento mi cuerpo. Lo observo fijamente, se pasa la lengua por los labios y sus ojos están enfurecidos.

—Adelante, niñata caprichosa, déjame.

La adrenalina recorre mis venas de repente, siento el impulso de huir. Mis instintos primarios golpean mi cerebro con fuerza, indicándome el buen camino.

Hago el amago de salir de allí, pero rápidamente me agarra por las muñecas y todo mi peso golpea la pared de nuevo. Trato de gritar, lo intento con todas mis fuerzas, sin embargo, sus asquerosas manos me tapan la boca y sostienen mi cintura, me llevan hasta la cama y me sacan toda la ropa.

Esto está pasando, va a violarme.

—Nunca has significado nada para mí, solo eres un juguete. Nunca serás nada para nadie.

Mis recuerdos a partir de ese momento quedan bloqueados, solo sé que me siento una marioneta sin poder sobre sí misma. Mi cuerpo pesa más de lo normal, estoy sentada frente al volante mirando una calle vacía, mi mente está colapsada y no soy capaz de arrancar el coche.

De pronto, un montón de emociones me invaden y comienzo a reaccionar. Meto la llave y piso el acelerador. Sigo confundida, pero sé que debo ir a casa, tengo que salir de allí.

Él [#1]  (COMPLETA)✓ (Pronombres Que Terminan En Mi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora