Capítulo treinta y cinco (primera parte)

1K 44 14
                                    

De repente suena el timbre, cruzamos miradas y al final decido levantarme yo para abrir.

—Voy yo —le digo mientras me pongo de pie con toda la pereza del mundo encima.

Llego a la puerta y al mirar por la mirilla veo a Eva de brazos cruzados y con cara de pocos amigos. Decido abrirle la puerta y me mira con la cara más enfurecida que he visto.

—Llevo semanas intentando hablar contigo joder. Yo solo me preocupo por ti y tu hermano lo único que hace es decirme que no es el momento de hablar contigo. ¿Cuándo lo va a ser Lizzie? ¿Cuándo piensas salir de tu puta burbuja y contarme que te pasa?

Oigo pisadas rápidas a mi espalda —Eva te dije que no...

—¡Nunca será el momento, Noah! —le grita.

Yo estoy totalmente paralizada frente a la puerta, observando con detalle la escenita que me ha montado en un momento. Siempre ha sido una dramática, pero en la vida le había visto así de furiosa con nadie.

—Pasa —ordeno.

Dirijo una mirada impasible hacia ella e intento analizarla con más detalle para poder anticiparme a sus pasos.

—Eva, joder tía, te dije que no vinieras. Está harta de hablar de lo mismo una y otra vez y tú solo querías venir a eso —dice mi hermano.

—Noah, sé hablar —me giro hacia él—. ¿Nos dejas solas un momento?

Asiente y se marcha refunfuñando en voz baja. Me fijo en Eva por un momento, va desaliñada y su pelo está recogido en un moño que se encuentra a punto de caer por acción de la gravedad.

Me cruzo de brazos. —Pregunta —mi tono de voz es frío y cortante.

—¿Por qué me apartas? Soy tu mejor amiga —camina hacia las escaleras y se sienta sobre el tercer peldaño—.Entiendo que te hayan prácticamente obligado a contarlo y gritarlo a los cuatro vientos; pero soy Eva, no soy tu madre, no soy Noah ni mucho menos tu tía. Yo no iba a obligarte a ir a la policía si tu no querías, mataría a Ford si lo tuviera delante.

—¿De qué hablas?

—O sea que a Avery si se lo contaste —me lanza una mirada desafiante.

—Se dio cuenta solo de que me pasaba algo y no pude callármelo.

—Mira, desde que te pillaste por ese chico no has sido más que una llorica que va de esquina en esquina en busca de algo de cariño. Y así te han salido las cosas —se levanta y pone la mano sobre el pomo de la puerta—. Siempre has sido una cobarde, ¿por qué ibas a dejar el victimismo ahora?

Algo en mi me apagaba un poco más antes de volver a abrir la boca.

—¿A qué viene esto? No entiendo para que has venido Eva, llevamos siendo amigas prácticamente toda la vida. He intentado estar ahí para ti y tu hasta ahora lo habías hecho conmigo. Yo no llevaba un cartel de métete en mis bragas, ¿acaso me estás culpando ahora de que me haya violado? Eres increíble —me acerco a ella.

Estamos tan solo a un paso de distancia, tengo ganas de soltarle un puñetazo, aunque por otro lado solo quiero encerrarme en mi habitación y llorar el resto de la noche.

—Vete, por favor.

Abre la puerta y una silueta de metro noventa está parada en pleno, casi había olvidado que había quedado con él. Después de esta pesadilla de conversación siento que no tengo fuerzas para actuar como si todo fuese bien y Ford es el único que quiero a mi lado cuando me siento así.

Lo miro a la cara y observo cierta rabia en su expresión, está conteniéndose.

—Lo que me faltaba —Eva pone los ojos en blanco.

Él [#1]  (COMPLETA)✓ (Pronombres Que Terminan En Mi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora