Capítulo cuarenta y dos

927 48 35
                                    

HE MODIFICADO EL CAPÍTULO

***

Estoy encerrada en una caja negra gigante que no deja de moverse de un lada para el otro una y otra vez, como si fuese un péndulo. Todo está bastante oscuro, pero aun así puedo apreciar unas pequeñas luces de colores que parpadean de forma intermitente al otro lado de la caja. Me acerco cual gato curioso, aunque, como suelen, decir la curiosidad mató al gato...

Grito sin parar, no sé por qué, pero estoy aterrorizada. Comienzo a llorar como una descosida y me siento sola por unos segundos, hasta que de pronto consigo reaccionar cuando la luz de la habitación se enciende y puedo ver como tengo a media casa rodeándome. Todos me miran con cara de susto incrédulos.

—¿Qué ha pasado Lizzie? —mi madre se sienta junto a mi.

Avery me envuelve en sus brazos y me acaricia el pelo con suma delicadeza.

—No lo sé —digo temblando—, creo que era una pesadilla. No recuerdo nada.

Mi madre les hace una mueca para que se vayan de la habitación y de un momento para otro desaparecen todos menos Avery. Me miran preocupada.

—Intenta descansar un poco y si necesitas cualquier cosa nos llamas —me da un beso en la frente y se marcha lentamente apagando la luz a su paso.

—No tengo sueño —confieso en voz alta.

—Está a punto de amanecer, ¿salimos a correr? —propone Ford.

Agarro la almohada y se la estampo en la cara.

—¿Tú quieres matarme? —frunzo el ceño aunque el no lo pueda ver.

Mi madre nos mira riendo. No tarda en dejarnos solos.

—¡Vamos! ¡Te irá bien! Además, me voy a poner como una foca si sigo con este ritmo. Parezco un mueble más —escucho como se golpea en al abdomen.

Me subo encima de él haciendo pucheros.

—Tengo otra idea —me abalanzo sobre sus labios. Dejo todos mis miedos de lado y lo beso. Él jamás será Hunter, nunca me haría nada que me dañase y lo sé.

Al principio, mis labios lo pillan de sorpresa, pero no tarda en entender que esto ha nacido de mí. Lo quiero y me ha salido besarlo sin más. 

Roza su nariz con la mía y me mira de una forma en la que no me había mirado antes. Siento como si los dos fuéramos las únicas personas en el mundo, aunque él tenía razón, los besos son solo un plus, ya me lo había dicho varias veces. Nosotros ya lo teníamos todo, éramos todo sin ellos. Es esa sensación de encontrar a tu persona entre tanta gente, se reconoce fácilmente a la correcta.

No tarda en devolverme los besos de forma suave y cálida. Es una de esas primeras veces que sabe a costumbre, es algo natural.

—Me... gusta... como piensas —intenta decir entre beso y beso—. Aun así, vamos a ir a correr —se separa unos instantes de mi boca.

Bajo hacia su cuello con determinación y sigo hasta su pecho. Le doy besos cortos pero dulces por su piel mientras me derrito con su risa.

—Liz, están todos despiertos —vuelvo hacia su cara y le doy un beso suave.

—Como prefieras.

Me levanto de la cama y me meto en el vestidor. Escucho sus pasos corriendo hacia mí.

—¿Una ducha primero?

—Buen intento, pero como tu bien dices están todos despiertos —agarro unos leggings negros con el logo en rojo y un top a juego—. Tira para afuera —digo al fijarme en cómo me mira mientras me bajo el pantalón del pijama.

Él [#1]  (COMPLETA)✓ (Pronombres Que Terminan En Mi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora