Capítulo treinta y cuatro

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¿Acaso no ve la que se le viene encima? No puedo ni besarlo porque algo en mí no funciona, estoy rota de alguna manera ¿y si lo hago infeliz? Me moriría si lo pasa mal por mí. Su sonrisa es como una droga y no puedo arrebatársela.

—Quiero besarte, de verdad —le digo en voz baja mientras agacho la cabeza.

—¡Ey! Que no me hace falta ningún beso. Soy tu idiota y si hace falta me pondré un cinturón de castidad.

—¡Avery! —me sonrojo.

—Solo digo que llevo esperando tanto para que me pongas una etiqueta, aunque sea la de tu idiota —dice haciendo hincapié el "tú"—. Claro que te besaría ahora mismo, no obstante, tú no estás lista y eso solo sería forzarte.

—¿Y si necesito que me fuercen? ¿Y si nunca puedo besarte por esta mierda de sensación que no me deja vivir?

—Pequeña, saldrás de ahí. No serás la misma Liz que hace unas semanas, pero saldrás y volverás a saborear la felicidad como si fuera tu última bocanada de aire.

Toma mi mano y me hace girar

—Y yo quiero estar a tu lado mientras eso pasa.

—Estoy embarazada de otro.

—Decidas lo que decidas yo seré una de las personas que te tome la mano —conecta nuestros ojos de una forma que se siente demasiado mágica—. Si lo tienes, seré quien se levante a las cinco de la mañana a cambiar pañales. Será tú hijo y si me lo permites formaré parte de su vida. En cambio, si decides interrumpir el embarazo, yo quiero ser él que te acompañe durante el proceso. Liz, mi vida, no pienso dejarte sola ni un segundo, si tú me quieres ahí me tendrás.

No entiendo por qué quiere estar a mi lado. Me aterra hacerlo infeliz por convertir mis preocupaciones en las suyas. Además, mis problemas debería solucionarlos yo o podrían llegar a ser suyos, no pienso dejar que eso pase. Quiero a este troglodita demasiado como para que mis rayadas mentales de niñata lo puedan afectar.

La impulsividad no lleva a nada, mi tía tenía razón. Sin embargo, el daño ya está hecho y lo veo tan ilusionado que no puedo retroceder en cuanto a mis palabras. ¡Y que rayos! Yo también estaba deseando que llegase este momento.

—Guerrera, son las siete -me enseña su reloj.

He quedado con mi hermano para cenar. Por Dios, ¡soy un desastre!

—Tengo que irme —paso mi mano por su cara y le doy un beso en la mejilla.

—¿Nuestro plan... sigue en pie?

—Y tanto —contesto con la boca estirada de lado a lado. La sonrisa más sincera que he tenido en mucho tiempo.

Me acompaña hasta el coche y nos despedimos con un abrazo. Conduzco de vuelta a casa mientras por mi cabeza no dejan de volar pensamientos que buscan respuestas fáciles.

No paro de preguntarme si estaré haciendo la correcto. Siento que debería estar traumada con el tema relaciones, pero la etiqueta no me da miedo. Lo único que me aterroriza es verme en la situación de acostarme con él o darle un beso.

¿Y si no soy capaz de verlo a él y solo revivo los momentos en los que estaba con el animal?

No puedo hacernos eso.

Huir no es la mejor opción, a no ser que seas consciente de que puedes hacer daño si te quedas. Sería demasiado para mi hacerlo sufrir de alguna manera. Le he hecho salir de una relación en la que quizá no tuviera amor, pero sí más estabilidad que la que va a encontrar en mí.

Él [#1]  (COMPLETA)✓ (Pronombres Que Terminan En Mi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora