Capítulo cuarenta y uno

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Miro por la ventana y veo como comienza a amanecer. Creo que es demasiado pronto para estar despierta y que debería dormirme de nuevo. Sin embargo, la idea de seguir desperdiciando el tiempo no me deja conciliar de nuevo el sueño. Doy una vuelta tras otra con cuidado de no quitarme la vía de la mano; lo que me recuerda que aún no he comido absolutamente nada. Tengo hambre.

Siento ganas de levantarme, no lo soporto más. Bajo la barandilla de la cama y me siento de forma sigilosa. Mi cuerpo pesa el doble que la última vez que me levanté. Me lanzo contra el suelo e intento mantener el equilibrio.

—¿Dónde vas? —entra Avery con un café en la mano.

Deja el café sobre la mesita de noche y me ayuda haciendo que me apoye en él.

—¿Necesitas algo?

—Tengo hambre —susurro, cual animal hambriento.

—Bueno, son las siete y media de la mañana. No creo que tarden en traerte algo de desayunar —sonríe—. Por cierto, Eloa viene a las nueve para hablar contigo.

—No funciona —estoy totalmente convencida de ello.

—Es que eres no una máquina a la que empalman dos cables y empieza a correr. Primero, tendrás que encontrar que te pasa y luego, verás cómo gestionarlo con el tiempo.

No quiero aprender a gestionar nada. Eloa solo es un placebo para mis padres. Piensan que si hablo con ella todo se va a solucionar mágicamente y que voy a estar bien lo antes posible.

—¿Quieres estar bien? Puede que preguntarte esto sea absurdo, pero no creo que puedas arrancar sin gasolina. No sé si lo ves así.

—No me apetece contarle mis dramas a una completa desconocida —concluyo.

—Tienes que darles el valor que merecen. Lo dices como si lo que te pasara no fuera importante.

—¿Y si no lo es?

—Pues a mí me importa. Me importa porque te veo mal y lo odio. Por mucho que quiera ayudarte solo soy Avery, ni sé de psicología ni he pasado por lo que tú has pasado —se sienta a mi lado—. Estoy a tu lado, no en ti.

Y por estar a mi lado lo único que haces es llevarte disgustos, llorar y sufrir.

—No puedo dejar de pensar en cómo va a ser todo al salir de aquí —admito por fin.

La idea de llegar a casa y tener a todos encima de mi es excesivamente abrumadora.

—Pues, para empezar, no vas a poder estar sola en ningún momento. Vas a tener que tomar medicación, consultas con psicólogos, psiquiatras... Todo el mundo estará detrás de ti un tiempo, pero llegará el día que no necesites nada de eso. Por ahora, déjanos cuidarte.

—Debería empezar la universidad en dos semanas —digo, dándome por fin cuenta de cómo ha pasado el tiempo de rápido—. Tenía unas prácticas que empezaban ayer. Todo mi verano ha sido una verdadera mierda —intento mantener el tono de voz bajo para no despertar a mi tía.

—Yo voy a intentar por todos los medios que vayas a la universidad. Vivirías conmigo de fijo.

—No tenía el control sobre mí cuando lo hice.

—Lo sé.

Pasa su mano por mi espalda y yo apoyo la cabeza en su hombro despacio.

—Me arde por dentro pensar en que alguien te ha hecho pensar que no te mereces vivir, que no tienes derecho a ser feliz. Lo que hizo contigo es lo más asqueroso e inhumano que he visto en mi vida. Desearía haber estado en tu lugar solamente por poder comprenderte.

Él [#1]  (COMPLETA)✓ (Pronombres Que Terminan En Mi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora