Vigésima Quinta Parte

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Había algunos hábitos de espía que se mantenían en Natasha sin importar si se encontraba en medio de una misión o no, en especial después de todo el asunto de recuperar los recuerdos que le habían robado durante años, es por eso que, al despertar, mantuvo sus ojos cerrados y pretendió seguir durmiendo mientras agudizaba su oído para saber lo que ocurría a su alrededor.

—Arrugas la nariz al despertar —señaló Steve en un tono burlón al tocar ligeramente la nariz de Romanoff sólo para molestarla un poco.

La rusa abrió los ojos y se encontró con Rogers acostado sobre su costado a pocos centímetros de ella, simplemente observándola con una sonrisa—. ¿Cuánto tiempo llevas mirándome, acosador? —preguntó con una voz profunda debido a su recién despertar.

—Unos cuantos años.

Natasha sonrió y estiró su cuerpo para despertar por completo, aunque no despegó su pecho de la cama ni su cabeza de la almohada—. ¿Qué hora es?

—Las nueve —respondió el rubio al mirar el reloj en una de las paredes de la habitación.

—Creí que tenías una reunión en una hora.

—No es una reunión, sólo veré a Bert para darle las llaves y que puedan seguir teniendo un lugar para reunirse; regresaré pronto... —explicó Steve de forma rápida mientras estiraba su mano para quitar un mechón de cabello que estaba sobre el rostro de la pelirroja—. Además, no quería despertarte; parecía que necesitabas descansar después del largo día que tuviste ayer con el funeral.

—Y no olvidemos la tarde de chicas a la que me arrastraron después —añadió Romanoff tomando las puntas ahora rubias de su cabello—. Ava me convenció de esto.

—Puede ser bastante persuasiva; me pregunto de quién lo aprendió —Rogers le dio una sonrisa más amplía antes de acercarse a ella para besar su sien—. Iré a tomar una ducha para irme —dijo mientras se levantaba de la cama—. Continúa descansando, lo necesitarás porque ayer escuché que el prototipo del traje que el equipo prepara estará listo esta tarde y seguramente querrán hacer algunas pruebas.

—Lo único que espero es que no vuelvan a transformar a Scott en un bebé...

Natasha pudo comentar algo más, pero su atención se centró en Steve porque, en su defensa, era difícil no distraerse con el trasero del Capitán América cuando este estaba a plena vista en todo su esplendor sin que ninguna prenda de ropa, o sábanas, lo cubrieran; no es como si no lo hubiera visto o incluso tocado antes, pero casi nunca se daba el tiempo de apreciarlo de verdad.

—¿Ahora quién está mirando, acosadora?

La pelirroja levantó la mirada y notó que el americano la estaba mirando por sobre su hombro, posiblemente porque le había dicho o preguntado algo que ella no había escuchado—. ¿Puedes culparme? —respondió con una pequeña sonrisa.

Rogers le devolvió la sonrisa antes de adentrarse más en el pequeño baño de la habitación y cerrar la puerta detrás de él.

Estando relativamente sola, Romanoff se permitió sentirse completamente culpable porque había estado alejándose de Steve durante los últimos días, como era su plan, y la anoche anterior se había lanzado a él sin siquiera dudarlo.

La rusa culpaba por completo al funeral, no es que culpara a María Rambeau por morir, pero culpaba a la ceremonia y, en especial, al emotivo discurso que Tyler Hayward había dado sobre su vieja amiga y colega.

Puede que Natasha no se haya quedado con el mensaje que el nuevo Director Interino de S.W.O.R.D. quería dar, pero le hizo darse cuenta que las pérdidas del chasquido ya no se sentían tanto como una pérdida ahora que sabía que existía una posibilidad de traer a todos de regreso y que lo que ahora le quitaba el sueño por las noches era pensar en lo que perdería al hacer que todo vuelva a ser como antes.

El Futuro en el PresenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora