Segunda Parte

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La base de los Vengadores se había convertido casi en un edificio abandonado desde la disolución del equipo. Por un tiempo Tony continuó jugando al súper héroe como lo había hecho durante años, hasta que decidió enfocarse en ayudar al mundo de una forma un tanto diferente. Se concentró en desarrollar nueva tecnología y en mantener una relación estable con Pepper. Aún se mantenía al tanto de la búsqueda del gobierno para encontrar a sus antiguos compañeros, mas sólo intervenía cuando una pista interesante aparecía.

La mayor parte del tiempo se la pasaba aislado en su laboratorio, recibiendo visitas regulares del niño araña. Puede que el filántropo nunca lo admitiera, pero le agradaban las visitas del chico, por lo menos le parecían agradables hasta que inevitablemente Peter comenzaba a hablar demasiado y le impedía a Stark concentrarse adecuadamente. Dejar al chico entretenido con un problema y caminar a solas por el resto del edificio era la forma en la que Tony despejaba su mente y se podía concentrar en su trabajo.

—Me agrada lo que has hecho con el mini-bar —escuchó una voz familiar proveniente del otro extremo de la habitación por donde pasaba—. Aunque deberías comprar más vodka —sugirió Romanoff sirviéndose un poco más de la botella que encontró en las cosas de Stark.

—¿Natasha? —el filántropo dijo su nombre con incredulidad, pensando que tal vez la falta de sueño lo estaba haciendo alucinar. Después de quedarse unos segundos observándola como si fuera un fantasma, llegó a la conclusión de que definitivamente no lo era—. ¿Cómo entraste?

—Tu sistema de seguridad es bueno, pero siempre hay un fallo, una grieta...

Por más que la observación de la rusa golpeara el ego de Tony, él se alegraba por verla después de tanto tiempo sin saber nada concreto de ella—. Escucha, sé que la última vez que hablamos no fue nuestra mejor conversación...

—Lo entiendo —lo interrumpió la pelirroja, terminando con su último trago de vodka en su vaso—. Rhodey es tu amigo y sé que en gran parte fue mi culpa, todo lo que ocurrió después de la decisión que tomé. No te culpo por enfadarte conmigo, para ser sincera, de haber estado en tu lugar lo más probable sería que te hubiera disparado.

—Sí, estaba molesto, pero eso no me daba derecho de decirte todo lo que dije —se disculpó el millonario, lo cual era bastante extraño en él.

Eran pocas las ocasiones en las que Tony le había pedido disculpas a alguien y, de de esas, todavía menos fueron completamente sinceras como en esta ocasión. No tenía ningún tipo de experiencia pidiendo perdón. No sabía qué decir con exactitud. Por suerte, Natasha tampoco era la clase de persona que pedía disculpas, así que cualquier cosas que dijera era suficiente para ser considerado como una disculpa aceptable.

—¡Señor Stark! —la voz de Peter se escuchó desde el pasillo, acercándose—. Creo que encontré una solución para evitar el sobre-calentamiento de... —el chico se quedó en silencio al ver quien los acompañaba en la habitación—. ¡Señorita Romanoff! —antes de que Natasha pudiera recordar el nombre del chico, este ya había cruzado la habitación y rodeó a la ex-agente con sus brazos en un fuerte abrazo—. ¡Me alegra verla de nuevo!

—También me da gusto verte... —Natasha hizo una pausa porque no recordaba el nombre de chico—. ¿Miles?

—Peter —le corrigió Tony.

—Sí, por supuesto. Peter.

—Sé que sólo pasamos juntos un par de horas, pero realmente me parece una gran persona y, además, soy su fan número uno, enserio —habló Peter con un notorio nerviosismo, soltando finalmente a la pelirroja.

—Empiezas a agradarme, niño —mencionó la rusa.

—¿Qué está haciendo aquí? ¿Ya arregló su mal entendido con el gobierno?

El Futuro en el PresenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora