Decimoquinta Parte

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—No quiero hacerlo... —Romanoff no tardó en ver la decepción en los ojos de Phill al escuchar sus palabras. Y no lo culpaba por eso, ella había hecho una pausa demasiado larga, pero no fue su intención hacerla, sólo era su forma de tratar de comprender lo que estaba a punto de decir—, pero lo haré —declaró finalmente, ganándose una expresión de sorpresa por parte de todos en la sala y una sonrisa especialmente grande por parte de Coulson—. Quita esa estúpida sonrisa de tu cara o despedirte será mi primera orden.

—Si me despides, ¿quién hará tu papeleo?

—Bienvenida de regreso a bordo, Directora Romanoff —interrumpió uno de los agentes que acompañaba a Coulson. Que se dirigieran a ella como 'Directora' hizo sentir incómoda a Natasha, no estaba acostumbrada a eso—. Sepa que el FBI estará a su disposición y cooperará en lo que solicite —el resto de los agentes presentes asintieron, corroborando las palabras del agente del FBI y dejando en claro que sus agencias correspondientes también, de cierto modo, se comprometían a aquello.

Natasha no respondió ni hizo algún gesto al respecto, simplemente tomó la tableta de nuevo en sus manos y escribió dos palabras antes de lanzar el aparato electrónico de nuevo por la mesa hasta las manos de Coulson.

—Es bueno saberlo, porque tengo un trabajo para todos.

—Creo que justo ahora tenemos problemas más importantes que encontrar a Yelena Belova —comentó Phill después de leer el nombre de la mujer en la pantalla—. No digo que no sea importante, pero creo que nuestra prioridad está clara aquí. El mundo se está desmoronando, hay un caos allá afuera.

—Si no logramos encontrarla es más que probable que lo que queda de la humanidad también desaparezca y de una forma mucho más dolorosa que el resto —señaló Romanoff—. Podrían atacar justo ahora, mañana o en cualquier momento.

—Creí que acordamos un trato de una tregua durante un mes —mencionó Rhodey.

—El trato era en caso de que logramos ganar, así que, aún si ellos hubieran estado dispuestos a cumplir con su palabra, no están obligados a hacerlo ahora que perdimos —respondió Iván, con sus brazos cruzados sobre su pecho y su espalda recta contra una de las paredes del lugar—. Saben que estamos débiles después de la derrota, saben que el mundo está separado y serían estúpidos si no intentaran aprovechar esa oportunidad.

—¿De qué trato están hablando? —cuestionó Carter.

—Ya no tiene importancia, es un trato nulo en todo caso —respondió Natasha—. Sin embargo, la amenaza es real. Yelena es la mano derecha de todo esto y es nuestra única oportunidad de conseguir algo que podríamos usar como una ventaja.

—De acuerdo, nos pondremos a trabajar en ello de inmediato —declaró Coulson, aceptado la tarea por parte de todas las agencias presentes—, pero, antes de eso, necesitamos hablar —sus palabras no habían sido una petición, tampoco una orden directa, aunque dejaba más que clara la urgencia del asunto y que no era algo que debían de discutir frente a todos.

Natasha se puso de pie y le hizo una seña a Phill para que la siguiera—. Andando —le ordenó dirigiéndose hacia la salida trasera de la sala que daba a uno de pasillos privados del palacio. Caminaron una distancia considerable a través del pasillo antes de que la espía abriera una de las puertas y entrara a la habitación seguida por Phill, el cual cerró nuevamente la puerta después de entrar, para darles una total privacidad—. ¿Y bien? —preguntó Romanoff después de los primeros segundos en silencio.

—María y Fury se encontraban en las calles de New York cuando... —Coulson realizó una pausa para intentar buscar las palabras adecuadas para describir su desaparición, no quería que Natasha se sintiera culpable por eso, aunque sabía que en el fondo lo hacía, después de todo, la conocía mejor de lo que ella creía—. Bueno, ya sabes... Al no conseguir respuesta de su parte fui enviado junto a un equipo a su última ubicación conocida para buscarlos, pero como dije, no pudimos encontrarlos, aún así logramos conseguir algo —Phill introdujo su mano en su bolsillo, sacando un pequeño comunicador antiguo y se lo entregó a Romanoff.

El Futuro en el PresenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora