Vigésima Primera Parte

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Natasha pasó largas horas en la sala de reuniones realizando trabajo de papeleo, algo que todos sabían que odiaba y que evitaba en todo momento lo más que podía, así que claramente fue una señal de que algo no andaba bien con ella.

Clint, siendo su mejor amigo, lo notó e inmediatamente intentó hacer algo al respecto, pero Iván lo persuadió de hacerlo y le pidió que le diera espacio porque creía que ella lo necesitaba, como el resto.

Era difícil para la Directora saber el tiempo exacto que llevaba en esa sala, especialmente porque no había visto la hora en la que había empezado su encierro voluntario o qué hora era actualmente; sin embargo, podía estar segura de que fueron muchas horas porque la noche comenzaba a caer en el exterior y la pelirroja era capaz de verlo perfectamente a través de las paredes de cristal.

La sala estaba en un completo silencio, por lo que para Romanoff fue imposible no escuchar el rechinido de unas llantas y unos pies arrastrándose por el pasillo camino hacia donde ella se encontraba. Ni siquiera desvió su mirada de los documentos frente a ella cuando escuchó la puerta abrirse.

—Comenzaba a preguntarme si Bruce se había sobrepasado con los sedantes —comentó la rusa sin apartar su atención de sus tareas.

—Estoy bien —respondió Stark arrastrándose a la silla junto a Natasha—, gracias por preguntar.

—Te las arreglaste para llegar hasta aquí solo, así que supuse que ya estabas mejor.

La rusa se recostó sobre el respaldo de su silla y miró la bolsa de la intravenosa que colgaba de un tubo metálico con ruedas que el filántropo había usado para apoyarse y llegar hasta ahí.

—Por lo menos no morí.

Natasha sonrió por el comentario y finalmente miró al castaño—. Sí, eso ya es algo —mencionó—. Así que, dime, ¿qué te trajo hasta aquí? Porque estoy segura de que no fui lo primero en lo que pensaste cuando despertaste.

—Tal vez no fuiste lo primero en lo que pensé, pero sí que fuiste de las primeras cosas que pensé —señaló Tony—, estabas justos después de un buen trago de whiskey.

Romanoff estiró su brazo sobre la mesa y tomó la taza de café que Clint le había llevado en la mañana, aunque la taza había dejado de tener el frío líquido hace horas y ahora solamente contenía whiskey de una botella que se encontraba sobre el suelo justo al lado del pie izquierdo de la pelirroja. Le extendió la taza a Stark y él la sujetó sin pensarlo demasiado para beber de esta rápidamente.

—Buena elección —indicó el filántropo después de saborear su trago—. No le digas a Pepper que bebí esto y yo no le diré que tú me lo diste.

—Hecho —respondió la rusa con una sonrisa—. ¿Ahora me responderás qué estás haciendo aquí?

—¿Acaso no puedo venir a ver a una vieja amiga después de casi haber muerto?

—Sí, puedes hacerlo, pero estoy segura de que esa no es la principal razón por la que estás aquí.

Tony le dio otro trago a la taza de whiskey y finalmente se dignó a responder—. Bueno, desperté hace un rato y a Pepper y Mary les costó un poco de tiempo ponerme al corriente con lo que ellas sabían —dijo dándole una rápida mirada al atardecer en el horizonte—. Creo que hicieron un buen resumen de todo, pero estoy seguro de que dejaste algunos detalles fuera cada que les informabas algo, así que me gustaría escuchar la versión no oficial con todos los detalles.

Natasha tomó una gran bocanada de aire y comenzó a contar los detalles que supuso Pepper y Mary no sabían sobre todo lo que había pasado en la ausencia de Tony, lo que ciertamente no era mucho.

El Futuro en el PresenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora