Decimoséptima Parte

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Siete horas, ese fue el periodo de tiempo en el que Natasha estuvo en la parte inicial de su estado de shock. Demasiado, por lo menos, en perspectiva, pero resultaba ser poco tiempo teniendo en cuenta que debía de procesar más del doble de recuerdos con los que contaba antes. Toda una vida que se sentía tan propia como ajena.

Después de la séptima hora de estar recostada en aquella camilla sin poder dormir, pero fingiendo que lo hacía, Romanoff decidió dar un pequeño paseo para despejar su mente y poder descansar un poco de ella misma. Se puso de pie cuidando de no haber ningún sonido, puesto que Steve y los gemelos estaban dormidos incómodamente sentados en las sillas en la habitación alrededor de su camilla.

Siendo poco más de las tres de la mañana era poco probable que Natasha se encontrara a alguien en los pasillos del palacio, mas decidió no arriesgarse a alertar a todo el mundo demostrando que se encontraba despierta y de pie, por lo que tomó el camino largo a la sala de reuniones que se había vuelto su oficina durante los últimos días. Necesitaba privacidad y ponerse al día, así que esa era su mejor opción.

Usar el elevador no era la mejor de las idas si quería pasar desaparecida, pero dada su poca estabilidad mental y física usar las escales de emergencia para ocultarse estaba lejos de ser una opción, así que decidió arriesgarse y tomar el elevador para descender los pisos que la separaban de su destino.

El resplandor de las luces de la sala encendidas le hicieron dudar por un instante y contempló la idea de regresar sobre sus pasos, pero la certeza de que nadie debería de estar ahí a esas horas, sumada a su curiosidad, la hicieron avanzar y entrar a la sala.

Danvers ni siquiera escuchó los pasos detrás de ella, por lo que siguió creyendo que se encontraba sola y continuó utilizando la tecnología de Wakanda para buscar lo que quería.

—¿Necesitas ayuda con eso? —cuestionó Natasha, haciéndose notar.

La repentina presencia de la rusa sobresaltó a la rubia, quien se esforzó en no demostrarlo demasiado, aunque fallando en el intento—. Mierda —Danvers maldijo en voz alta al ver a la pelirroja de pie junto a ella, mientras baja su puño y evitando que su cuerpo expulsara más energía—. No vuelvas a hacer eso, pude haberte disparado la suficiente cantidad de energía como para matarte —le advirtió una vez estuvo más relajada—. ¿No debería ser estar descansando y todo eso? Sé lo que es recuperar la memoria de esa forma y no es tan sencillo como parece.

Romanoff expresó confusión y sorpresa en su rostro al escuchar la última parte de las palabras de Carol—. ¿Lo sabes? —cuestionó confundida.

—Larga historia...

—¿María Rambeau tiene algo que ver en esa historia? —interrogó Natasha, ganándose su propia expresión de sorpresa de algunos segundos atrás, sólo que ahora en el rostro de Danvers—. Aún no pierdo la cabeza —indicó la espía—, así que aún puedo leer lo que estás buscando y unir los puntos.

Carol devolvió su mirada a los resultados de la búsqueda que había hecho antes, aunque ninguno de ellos era lo que ella estaba esperando encontrar—. Sí, supongo que influenció mucho en mí —dijo respondiendo finalmente la pregunta de Natasha sin verla directamente, tratando de ocultar la melancolía de su voz y su mirada.

—De acuerdo, esto es lo que haremos: tú buscarás en aquella maceta enorme —dijo la rusa señalando la planta junto a la salida del otro lado de la sala— y me traerás lo que encuentres ahí, mientras que yo te ayudo a filtrar la información sobre María Rambeau.

Danvers dudó por algunos segundos, pero finalmente caminó hasta donde Natasha le había indicado y revisó entre las ramas y hojas de la planta, encontrándose con una botella de vidrio oculta.

El Futuro en el PresenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora