Decimonovena Parte

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El consejo estaba conformado por personas, líderes mundiales, que no eran fácil de convencer, por lo que a Natasha le había tomado algunas largas horas hacerlos comprender que los asgardianos recién llegado no representaban una amenaza alguna. Y le llevó un poco más de tiempo lograr que todos estuvieran de acuerdo de darles asilo, aunque la Directora los hubiera dejado quedarse de igual manera así si la respuesta del consejo hubiese sido negativa.

Después de haber terminado la videoconferencia con los miembros del consejo, Romanoff se mantuvo un rato más revisando algunos informes que Coulson le había dejado; sin embargo, y muy a su pesar, la espía no fue capaz de revisar la mitad de ellos cuando su cuerpo cedió al cansancio acumulado y se quedó dormida sobre la mesa de la sala de reuniones con los archivos digitales en una de sus manos.

Por suerte, para el bien físico y mental de la rusa, nadie fue a interrumpir su pequeño e imprevisto descanso por otro par de horas, hasta que inevitablemente sucedió.

—Natasha...

El pequeño susurro apenas y pudo hacer reaccionar un poco a la pelirroja, pero lo que realmente la puso alerta fue el toque de una mano en su hombro, lo cual la hizo sobresaltar de golpe, tanto que aún antes de abrir los ojos tomó la mano de quien la sujetaba y la jaló hacia abajo, mientras que colocó su otra mano en la nuca de lo que creyó era un atacante y la empujó hacia la superficie de la mesa; sin embargo, su mano se estrelló directamente contra la superficie de la mesa y la cabeza que sostenía la había atravesado.

Romanoff tardó solamente un par de segundos en comprender lo que había pasado a la vez que sus ojos se volvían a acostumbrar a la luz después de su abrupto despertar—. Maldición, Visión —se quejó a la vez que su cuerpo se comenzaba a relajar—. Tienes que dejar de hacer eso.

—Me disculpo.

—Lo sé, solamente intenta que no se vuelva a repetir —respondió la espía alzando su mirada, la cual ya no se cegaba debido a la luz, encontrándose efectivamente con el androide, aunque también con Danvers justo detrás de él—. ¿Ocurre algo? —preguntó con un poco de preocupación debido a lo inusual de la situación.

—Es lo mismo que yo me pregunto —contestó Carol—. Él no me ha dicho nada más que pedirme que lo siguiera hasta aquí.

—Tengo algo que decirles a ambas —declaró Visión, ganándose una expresión expectante por parte de ambas mujeres, esperando a que siguiera hablando—, pero no aquí y no sin que antes ambas dejen todos los aparatos eléctricos que lleven consigo sobre la mesa.

Danvers puso inmediatamente su mirada sobre Romanoff, esperando su reacción a las condiciones del androide debido a que ella apenas y lo conocía a comparación de la pelirroja.

No hubo una respuesta verbal por parte de Natasha, sino que simplemente se quitó su comunicador y lo colocó sobre la mesa para después continuar dejando todo lo electrónico que llevaba consigo sobre la mesa, siendo imitada por la rubia quien también se deshizo de todo lo suyo.

—De acuerdo, y ¿ahora qué? —interrogó la piloto.

—Siganme —les pidió el androide empezando a caminar hacia la salida.

Sin pensárselo mucho, tanto Natasha como Carol, siguieron a Visión a través de los pasillos del palacio en completo silencio, aunque la rubia se mostraba más inquieta debido a todo el misterio que rodeaba la situación; por otro lado, la rusa se tardó en comprender a dónde iban, pero finalmente lo comprendió después de analizar cada vuelta en el recorrido que ya habían hecho.

Visión se detuvo frente a una pared y antes de que cualquiera de las dos mujeres pudiera preguntar algo al respecto, él colocó su mano en ella y esta se abrió dejando ver un pasillo secreto. Los tres entraron inmediatamente y la pared se volvió a cerrar detrás de ellos.

El Futuro en el PresenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora