Sexta Parte

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—¿Estás segura que vendrán? —cuestionó Frank, observando la mansión desde el perímetro del bosque que la rodeaba, sobresaliendo un poco de los arbustos—. Porque ya llevamos aquí más de una hora. Estamos demasiado expuestos.

—Relájate un poco —le sugirió Natasha. La confianza de Natasha era tal que incluso estaba recostada sobre un tronco, esperando lo que para ella parecía ser inevitable.—. Sé perfectamente cómo funciona la mafia rusa, créeme, vendrán.

Habían pasado dos días desde que se había escapado nuevamente de la base de los vengadores, unas horas después de eso ya estaban saltando de un avión de carga sobre Rusia y al día siguiente ya estaban metidos en problemas por detener otra venta ilegal de armas. Esa resultaba ser la forma más rápida y sencilla de llamar la atención de los rusos, metiéndose en sus negocios. Todo era parte del gran plan de Natasha por averiguar quién les había dado información sobre ella a los hermanos rusos que trabajan desde New York, aunque no fuera su negocio, sino que más bien trabajaban para el negocio de la familia, su padre era quien se encargaba de tomar las decisiones y justamente fue un soldado de alto rango durante su juventud, lo que explicaría el cuchillo de combate que utilizó uno de sus hijos en el tórax de Romanoff. El hombre era una persona difícil de encontrar, aunque sabían de buena fuente que tenía una mansión en medio del bosque en donde hacia la mayor parte de sus reuniones de negocios y Natasha le había dado razones más que suficientes para que solicitara una junta urgente con uno de sus más grandes compradores chinos.

—¿Por qué no simplemente entramos? El sujeto que quieres ya está dentro —habló Frank manteniendo su mirada en el camino esperando que los invitados de China llegaran.

—Para ser un hombre que trabaja para detener el tráfico de armas y drogas en su ciudad, no estás pensando en grande. Cuando lleguen los Chinos tendremos dos grandes tiburones en lugar de solo uno.

Frank estaba a punto de responder cuando escuchó el sonido de motores a lo lejos y después de entre los árboles vio un par de luces que se acercaban desde la distancia—. Están aquí.

—Ya era hora —exclamó la pelirroja tomando su posición al lado de Castle para vigilar lo que pasaba—. Te dije que vendrían.

Llegaron cinco camionetas blindadas con aproximadamente cuatro hombres en cada una, se detuvieron en la puerta principal de la mansión en donde un equipo de seguridad ya los estaba esperando. Los hombres bajaron de las camionetas, aunque la mayoría de ellos tan sólo parecía ser seguridad y sólo uno de ellos vestía un traje realmente caro. No perdió el tiempo y simplemente entró a la mansión junto con la mitad de sus hombres, la otra mitad se quedó afuera con el equipo de seguridad ruso para vigilar el perímetro.

—Derribaré a los que estén frente a la mansión y después entraremos —dijo Frank, preparando su rifle con una mirilla de francotirador.

—Oh, alto ahí, vaquero —Romanoff sujetó el cañón del rifle antes de que su nuevo compañero pudiera prepararse para disparar—. Usar el rifle era una opción hace dos minutos, ahora hay más hombres y de ninguna manera podrás eliminarlos a todos antes de que uno de ellos pida refuerzos a través de su comunicador. Así que haremos esto a mi manera.

—¿Y cuál es tu plan?

—Entrar de forma silenciosa hasta que estemos con los tiburones. No sabemos cuántos hombres hay dentro con exactitud.

A Frank no le quedó más opción que seguir el plan de Natasha, ya que sabía que, si seguían caminos diferentes, no harían más que estropear todo y posiblemente salieran heridos o muertos de allí.

Romanoff continuó con su misión como si Castle no estuviera detrás de ella siguiendo sus pasos, no debía preocuparse por él, sabía que era tan profesional como ella en lo que hacían. En dos minutos lograron entrar a la mansión a través de una ventana del segundo piso después de haber noqueado a un par de guardias de forma silenciosa. Al entrar a la mansión pudieron notar el silencio que inundaba el lugar, lo que podía hacer su trabajo todavía más difícil.

El Futuro en el PresenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora