Capitulo 21.

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Cárcel.

Escuché el ruido de unas llaves abriendo la puerta de la celda donde me tenían encerrada, lo que me apuró para levantarme de la pequeña cama.

Dos policías entraron a la celda y sin decirme una palabra me pusieron las esposas y me sacaron de allí.

- ¿Dónde vamos?- Pregunté, aunque ya sabía la respuesta.

Los policías no me contestaron y siguieron escoltándome fuera de la central policial.

Una vez fuera, los flash y las preguntas fueron cómo una avalancha.

Mis ojos comenzaron a arder muchísimo a causa de los flashes de las cámaras.

- ¡Sus ojos cambiaron de color!- Gritó un camarógrafo.

Todos se me acercaron aún mas mientras los policías me empujaban hacia el auto y contra los periodistas.

Al llegar al coche policial me subieron en el, trabaron las puertas y uno de los dos policías se sentó atrás conmigo para luego mirarme directamente a los ojos.

- ¿Qué pasa? ¿te gusto?- Pregunte en italiano con una sonrisa.

- Tus ojos eran azules antes- Dijo serio.

- ¿Y ahora?

- Verdes- Yo reí. Y sin contestar nada me apoyé contra la ventana viendo a los periodistas del otro lado.

-¿Por qué te fugaste?

- ¿Tu madre murió?

- ¿Por qué mataste a tu padre?

-¿Eres consciente de todo lo que ocasionaste?

Y un sin fin de preguntas más.

El auto arrancó y comenzó a andar por las calles de Italia, donde los periodistas comenzaron a correr al lado del auto sólo para grabarme.

Al rededor de media hora después llegamos al penal de Italia. En esta misma ciudad es donde esta la cárcel de máxima seguridad.

- Es impresionante- Dije soltando una risa sarcástica.

- Si aquí no te comportas, además de matarte van a cancelar tu juicio, te conviene portarte bien.

- Ya se lo que tengo que hacer- Dije seria.

Los policías me escoltaron hasta la puerta de la cárcel para así cambiar su lugar por el de policias mujeres- dentro de la carcel de mujeres no puede haber hombres, solo doctores o enfermeros- caminamos por los pasillos para luego detenernos en una sala grande, que parecía ser donde hay que dejar todos los elementos personales y quitarnos la ropa.

Una chica detrás del mostrador me paso una bandeja, y sin decir nada me quité la pulsera y anillos, pulsera que compartía con Dom, anillos que me había regalado mi mamá.

Quité mi blusa y jeans dejándolos en la bandeja junto con las zapatillas y medias para luego ser arrastrada por una de las oficiales hacia una habitación.

Al entrar, esta era diferente, había una mujer con guantes y ropa blanca tipo enfermera, la policía me guió hasta el fondo de la sala apoyándome contra la pared, la enfermera toco mis pechos, brazos, abdomen, piernas y luego mi vagina y ano, algo que fue sumamente asqueroso he incómodo.

Me volvieron a llevar a la misma sala que antes, con la diferencia de que ahora me dieron ropa y me obligaron a cambiarme.

La ropa consistía en un enterizo naranja, en el pecho tenía el numero ciento ochenta y tres, que indicaba el número de presa al igual que en la espalda.

El Diablo Blair.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora