~CAPITULO 15~

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Cuídate de una obsesión, podría ser tu peor calvario.

MAIA.

Estoy preocupada.

No hay noticias de Antonia y esto ya no me da buena espina. No llego a su apartamento, no contesta, su hermano no sabe nada.

El insoportable de Eugenio Castillo sembró una duda en la cabeza de su padre quien me llamo esta mañana para decirme que quería volver a revisar las cláusulas de la fusión y quiere que sea Antonia precisamente quien le aclare las dudas.

Me comunique con el comandante para solicitarle su ayuda y hasta el momento no ha encontrado nada, unos golpes en la puerta me traen a la realidad y cuando la abren es Bianca.

—Disculpa, pero...—no terminó de hablar porque la presencia de Daniel Montero y su esposa la interrumpieron.

—Hija. —saludó Roció y le mire con expresión altiva y con recelo.

— ¿Qué hacen acá? —pregunte levantándome.

—Te ha ido bastante bien. —destacó Daniel, pero su mirada por mi cuerpo no paso por desapercibida.

Es un enfermo y aunque sé que está mal me pesa en el alma llevar su sangre y saber que fue este sujeto quien me dio vida.

—No puedo decir lo mismo de ustedes. —me miraron sonriendo.

—Mira no me agradas, y lo sabes. —recalcó Roció.

— ¿Cómo no lo voy a saber? Si toda la vida mientras viví a tu lado te encargaste de recordármelo una y otra y todos los malditos días. —respondí y me solté a reír.

—Entrégame a Cristina. —ordenó acercándose.

— ¿Para qué? —pregunte rodeando el escritorio. — ¿Para qué tu flamante esposo le siga tomando fotos desnuda? —interrogue caminando a ella. — ¿O para que tu algún día la mates a golpes?

— ¿De qué hablas insolente? —preguntó. —Tu padre sería incapaz de...

—Mira de lo que sea o no capaz "mi padre"—le mire haciendo comillas. —Es problema de él y en el peor de los casos tuyo, pero Cristina es mi hermana y si no quieres que el maldito ojo público se enteré de la verdadera razón por la cual Paulina y yo nos fuimos de tu "hogar", me vas a ceder la custodia de Cristina.

—Esa niña tiene una imaginación deslumbrante. —aseguró Daniel aumentando mi rabia.

— ¿Sabes porque estoy segura de que Cristina no miente? —pregunte mirándolo. —Porque viví en carne propia tú falta de instinto paternal. —se soltó a reír. —Ya te dejé clara mi posición Roció, no creo que quieras que la sociedad sepa que tus "hijas desobedientes" en realidad huyeron de los malos tratos por sus partes.

Vi pasar le miedo en su mirada y sonreí victoriosa.

—Si no tienen cosas más importantes que hacer, yo sí. Así que abandonen mi oficina no me hagan entrar en la penosa necesidad de llamar a seguridad. —abrí la puerta y la primera en salir fue Roció.

Cuando Daniel llegó a mi lado me miró descaradamente.

—Los años te sentaron bastante bien. —sonrió.

—Ya lárgate, ¿quieres? —lo empujé fuera de la oficina y azoté la puerta sin darle oportunidad de volver a hablar.

Tomé una copa del bar y me serví Whisky, la presencia de esos sujetos me altera.

Unas horas más tarde, mi teléfono sonó y conteste sin mirar.

—Habla Maia.

Maia, soy Antonia. —me levante y mire la pantalla, pero es de un número desconocido.

DEJAME DERRETIRTE +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora