~CAPITULO 39~

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MAIA.

El molesto sonido del teléfono me hizo remover y lo alcance en el bolso que quedo al lado de la cama.

Al tomarlo aprecie que era Antonia mencionando que pasaría por mí para ir a la audiencia.

Cuando noté la hora abrí mis ojos de par en par. Se registraban las 12 del medio día.

Razonable, eran las cuatro de la mañana cuando alcanzamos el último orgasmo y las cuatro y media cuando por fin conciliamos el sueño.

No me arrepiento y tú tampoco, así que cállate.

Sonreí buscando al hombre que anoche me hizo reír, llorar, maldecir, gemir, gritar, reír...

Ya entendieron, continua.

¿Envidia?

No cariño, me pongo en los zapatos de quienes no tienes semejante ajetreo nocturno.

Cuando no lo encuentro en la cama me alarmo por lo que me levanto, mientras me pongo su camisa la puerta se abrió y él entro con una bandeja en sus manos.

—Hola amor mío. —saludo y no pude evitar reír.

—Amor mío. —repetí y me miro.

—O prefieres ¿loquita? —cuestiono dejando la bandeja en la cama.

—Ambos, así como tú eres mis ojazos. —señale recibiendo el abrazo que me elevo en el aire.

—No sabes cuánto agradezco tenerte así, cerca de mí, conmigo. —murmuro contra mi cuello dejando besos en él.

—Igual de agradecida que yo. —asegure y reímos.

—Ahora señorita, tienes que comer y no acepto un no o una excusa...vas. —señalo la bandeja en la cama y asentí sin protestar.

...

—Ay no, tú y esa sonrisita de pendeja enamorada. —murmuro Antonia desde su auto.

—Tienes tus ojos más brillantes, no me juzgues. —señale entrando al auto.

—No me puedo quejar, los intereses económicos y la satisfacción sexual son una muy buena mancuerna. —respondió encogiéndose de hombros mientras iniciaba camino a los tribunales.

Ambas comenzamos un sin fin de comentarios sarcásticos e indirectas muy directas que nos hacían reír en tanto llegábamos a los tribunales.

Me gustaba verle en acción, Antonia era toda una maestra en los tribunales y admiraba la facilidad con la que se apoderaba de la atención, incluyendo la mía.

Al salir la tía Regina y Naia estaban esperándome en un auto convertible con gafas de sol logrando que quienes salíamos de los tribunales centrásemos nuestra atención en ellas y no faltaban las miradas y algunos halagos obscenos los que ellas ignoraban y Naia en ocasiones sonreía falsamente y sacaba el dedo del medio.

—Wow. —Articule llegando a ellas en compañía de Antonia. —Menos mal no les gusta llamar la atención. —indique y sonrieron.

—Cariño no nos gusta, pero al vernos les es inevitable no vernos. —indicó Regina.

—Le llaman encanto natural. —concluyo Naia guiñando un ojo.

— ¿Qué hacen acá? —pregunté.

—Vinimos a recogerlas, comeremos en familia antes de irnos. —señalo Naia y junte mis cejas confundida.

— ¿Se van? —cuestione.

—Maia, ahora que se supo la verdad hay muchas cosas que organizar en Canadá. —menciono Regina mientras ingresábamos al auto.

—Es más, algunas cosas también te incluyen así que estaremos llamándote, hay muchas cosas legales que aclarar, herencias, divisiones y...

DEJAME DERRETIRTE +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora