No busques venganza con dolor, búscala con inteligencia.
Zuly Villate.
MAIA.
Pasaron varios minutos desde que Narváez se fue, yo me senté en la arena con Liam en mis piernas. Ninguno de los dos hablaba, aunque cuando volví a centrarme en él saliendo de mis pensamientos noté que esta por dormirse.
—Liam, vamos adentro. —murmure y asintió levantándose, tomo el muñeco que había dejado en el suelo, era el capitán américa, pero se quedó mirándole con detenimiento y tras hacer una mueca con sus labios lo soltó dejándolo caer en la arena. —Tu...
—No lo quiero. —murmuro caminando y entendí por qué. Ese muñeco se lo dio él.
Cuando entramos a la casa ya no estaban muchos de los que había cuando llegue. Cuando papá me vio desvió la mirada a la ventana, Mathew y Margarita estaban aún presentes.
—Maia queríamos disculparnos por...
—No hace falta. Ustedes no son responsables de los actos de...—decidí callar al ver que Margarita mantenía su mirada baja. —No quiero que la amistad de mis papás y de ustedes se vea afectada...
—No queremos afectarte...—susurro Mathew.
—Pues entonces no se alejen. —señale y Margarita me tomo las manos.
—Aunque no quieras, te ofrezco una disculpa y ten claro que el que perdió fue él, no tú. —pidió y asentí.
—Descansen. —pedí y asintieron retirándose.
—Maia. —menciono Emiliano parándose frente a mí.
—No quiero más disculpas, solo quiero ignorar el tema. —aclare.
—Si quieres tomarte un tiempo, lo entenderemos. —musito y negué de inmediato provocando confusión en su rostro y en el de Gab.
—No me iré. Ahora tengo cosas de las que ocuparme acá y no huiré porque no fui yo quien la cago. —expuse y se miraron un poco preocupados.
—Piénsatelo mejor. —sugirió Gab.
—Descansen. —sugerí y ambos asintieron alzando a Liam.
—Te quiero. —murmuro Liam entre sueño mientras le soltaba de mi mano.
—Yo más. —susurre dejando un beso en su cabeza.
—Ay Maia. —Susurro Lucia abrazándome. —Cualquier cosa que necesites, dímelo. Lo que sea, pero no te encierres en ti, nos tienes para ti, ¿vale? —señalo y sonreí.
—Con tus abrazos me basta. —susurre y asintió dejando un beso en mi frente.
—Todo va a pasar, todo. —susurro y subió detrás de Gab y de Emiliano.
— ¿El abuelo? —pregunte y señalo el despacho.
— ¿Por qué no te vas a ir? —pregunto papá sin mirarme.
—Ya dije que...
—La verdad Maia. —exigió.
—Voy a destruirles la puta vida, no descansaré hasta verlos en la miseria. —espete y no me miro.
— ¿Aun cuando lo amas? —pregunto y reí.
—Si a él no le importo, ¿por qué a mí sí? —pregunte y negó caminando a mí, sus ojos estaban cristalizados.
—No pienso detenerte, pero te estas equivocando. —murmuro y asentí.
—Con Narváez siempre me equivoqué. —concorde y negó dejando un beso en mi frente.
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DEJAME DERRETIRTE +18
CasualeNo se puede amar de la noche a la mañana y no se puede odiar de la mañana a la noche. Amar y odiar. Dos palabras que están en lados opuestos cuando de sentimientos se habla, dos palabras que de acuerdo a nuestro estado de ánimo, situación o momento...