~CAPITULO 37~

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Asumir decisiones sin escuchar razones, siempre será un error.

Zuly Villate.

AIDAN.

Siento que me quitan la venda de los ojos y percibo a Camilo cortando la soga de mis manos, cuando las tengo libres me quite el de la boca.

— ¿Estas bien? —pregunto Flavio con el arma desde la puerta, asentí y seguro de que Maia estaba acá busqué encontrándomela en el balcón.

—Maia. —susurre poniendo mi mano en su hombro provocando que espabilara.

—Oh, ¿estás bien? —preguntó mirándome.

—Sí, ¿tu? —pregunte y asintió titubeante mirando a la escena que estaba abajo.

—Maia. —mencione.

—No tenías por qué pasar por esto. —susurro tomando mi rostro en sus manos, percibí como sus ojos se encharcaban.

—Ni siquiera lo pienses, no es tu culpa. —Sentencie abrazándola. —Lo decidí y está bien, ya acabo. —asegure, ella asintió contra mi pecho, pero me separe un poco para alzar su barbilla, necesitaba besarla y asegurarme de que este no era un sueño más. Cuando ella se elevó en la punta de sus pies y paso sus brazos por mis hombros me incline para besarle, pero cuando la voz de Naia la interrumpió, nos quedamos a centímetros.

— ¡Maia, Agatha quiere hablar contigo! —aunque se notó que tomó por sorpresa a Maia sonrió.

— ¿Cuándo dejara de entrometerse? —preguntó negando.

—Sospecho que no tendrá más oportunidades. —conteste provocando una sonrisa en su rostro con la que se alejó y camino hacia la salida de la habitación, intente hacer lo mismo pero el dolor en el pie se intensifico.

—Apóyate. —sugirió Flavio y asentí, el forcejar con las cuerdas abrió una profunda herida en mi pie.

—Mamá sabes que...

—De hecho...—señalo a Camilo quien me paso el teléfono y tras escucharle pude confirmarle que estaba bien.

—Agatha quiere hablarles, a los dos. —comunico Camilo en cuanto le entregue el teléfono, cuando llegamos al jardín en donde Agatha estaba recargada en uno de los muros, Agatha sonrió al verme.

Maia estaba ahí también.

—Yo solo...solo quería pedirles perdón. —susurro muy débil, una de las amigas de Naia ejercía presión sobre las heridas en su estómago. —Maia yo sé que...que te hice mucho daño...y que no puedes perdonarme en segundos el infierno...que...que te hice vivir toda tu vida.

—No te esfuerces. —pidió Jaz, vi su nombre en el chaleco antibalas.

—Ahora comprendo...comprendo porque todos te quieren y porque él estuvo dispuesto a sacrificase por ti...porque nunca me eligieron. —susurro mientras sonreía con lágrimas en los ojos.

—Agatha no te hagas esto. —musito Maia mirando al cielo con sus dedos acariciando el puente de su nariz.

—Tu eres buena Maia, perdóname...yo...por mi culpa no puedes ser mamá y, lo siento...yo solo le creí a mamá...a Roció, ella me hizo creer que...que, si no te hacía daño, jamás podría ser feliz...pero...pero...—articulaba cada vez con mayor dificultad.

—Agatha, no podía ser madre no por el accidente, la micro bomba estaba en mi útero y era lo que me impedía ser madre, Roció te mintió, no lo provocaste tu...lo hizo ella. —aclaro Maia provocando que Agatha sonriera y extendiese su mano en dirección a Maia quien tras mirar a Naia cerro lentamente sus ojos y se inclinó a Agatha tomándole la mano.

DEJAME DERRETIRTE +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora