~ Capítulo 1 ~ Esa shinigami, conoce ~

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Durante los seis años que transcurrieron desde que la mujer los dejó para marcharse con otro hombre, ______ se había transformado en una linda niña de catorce años, con una personalidad relativamente tranquila y seria, aunque a veces podía ser una persona completamente revoltosa y efusiva. 

Ahora, la pequeña shinigami se encontraba en la oficina de su padre coloreando uno de sus tantos dibujos. Tiempo atrás, había descubierto que poseía talento para las artes, gracias a un regalo que Grell le hizo el día que cumplió doce años. Frente a ella, William completaba el aburrido papeleo de su trabajo. 

Estaban tan concentrados con lo que hacían, que se sobresaltaron cuando Grell Sutcliff abrió la puerta de un golpe. La castaña observó con disgusto aquella raya verde que ahora atravesaba parte de su dibujo.

-Sutcliff, llama a la puerta antes de entrar-comentó el hombre con enfado.

-¡Will~! Siempre tan frío-el pelirrojo se lanzó sobre él, rodeándole el cuello con sus brazos. ______, que no sabía si reír por la situación de su padre o enfadarse por arruinar su dibujo gracias a Grell, sólo contempló la escena que se desarrollaba frente a ella con la curiosidad surgiendo en su interior.

Sabía que el excéntrico shinigami rojo sentía atracción por los hombres, y eso le llevó a pensar que quizás él estaba enamorado de William. Sacudió la cabeza apartando esos pensamientos, ya que una nueva idea se presentó en su mente; una idea a la que nombró "Grelliam", y estaba dispuesta a graficarla.

Mientras la niña comenzaba con su dibujo con una emoción casi palpable, el castaño apartaba a Grell de un golpe, exigiendo una explicación de por qué estaba en su oficina.

-Sólo vengo a informarte que me marcharé por un tiempo-anunció, con voz cantarina.

-¿A dónde irás, Grell?-inquirió la niña, dejando de lado lo que estaba haciendo.

-Es un secreto~-respondió él, con una enigmática sonrisa en los labios.

-Pero... ¿quién jugará conmigo si no estás?

-Volveré pronto, no te preocupes.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

<<Volveré pronto....>> habían sido sus palabras exactas, pero ya había pasado casi un mes desde que él se marchó a quién sabe dónde.

Por supuesto, ______ realizó una exhaustiva investigación sobre el tema, a escondidas de su padre. Aunque daba la sensación de que este sabía algo sobre el paradero de su colega y lo que estaba haciendo, pues se enfadaba en cuanto su hija lo nombraba.

Así pasaron unos cuantos días, hasta que una noche, cuando Will tenía que recolectar algunas almas en Londres, la niña no desperdició la oportunidad de buscar al pelirrojo. Caminó con discreción hasta el Departamento de Guadañas, y tomó prestada una espada que fue de su agrado: era larga, de un color plateado brillante y con una empuñadura negra.

Un rato después, se encontraba sobre el tejado de una casa de East End, en Londres. Había llegado justo a tiempo para ver la pelea que se desarrollaba entre Sutcliff y un pelinegro, que, a juzgar por sus rápidos movimientos y certeros golpes, no podía ser un simple humano. Desde allí arriba parecía un espectáculo digno de contemplar, pero la diversión para ella acabó cuando notó la clara desventaja de Grell, quien se encontraba tirado en el suelo, a punto de ser atravesado por su propia guadaña de la muerte. Con un suspiro de resignación, saltó desde aquel techo, cayendo de pie sobre la espalda del pelirrojo, que soltó un gemido de dolor.

-¡Oye, ten más cuidado!-se quejó.

-Cierra la boca y agradece que tuve la amabilidad de no caer sobre tu cabeza-contestó la niña en un frío murmullo.

El hombre desconocido se sorprendió en cuanto algo detuvo el golpe de la motosierra del shinigami rojo. Sus ojos rojos se abrieron desmesuradamente al ver a la pequeña frente a él, sosteniendo aquella larga espada con firmeza, reteniendo el peso de la guadaña que él mismo tenía en sus manos.

-Lamento mi repentina intromisión, señor demonio. Sé que muere de ganas de asesinar a este imbécil, pero me temo que no puedo permitirlo-habló ella, con una sonrisa inocente.

-¿Cómo sabes que es un demonio?-cuestionó una voz detrás del pelinegro.

Fue entonces cuando ______ se percató de la presencia de un niño, tal vez dos años menor que ella, de cabellos negros azulados, y ojos de un intenso azul, aunque uno de ellos estaba cubierto por un parche. 

-Eso es porque ella no es una simple humana, Joven Amo-contestó el hombre, con una sonrisa ladeada-; es una shinigami.

-Ciertamente, lo soy. Supongo que tu eres el contratista del señor demonio-comentó, dirigiéndo su mirada al niño, que asintió con algo de desconfianza-. No deberías desconfiar de mi, no pienso hacerles daño. Además, no es como si yo pudiera hacer gran cosa si me enfrentara con él. Por cierto, mi nombre es ______ Spears-sonrió.

-Yo soy Ciel Phantomhive, y él es mi mayordomo, Sebastian Michaelis-presentó el otro niño.

-Es un placer conocerlos-dijo, para luego bajar de la espalda del shinigami y voltearse a verlo-¡TU!-exclamó, completamente enfadada-¿CÓMO TE ATREVES A HACER TODAS LAS ESTUPIDECES QUE HICISTE? SABÍAS QUE ESTABAS ROMPIENDO LAS REGLAS, MALDITO IDIOTA.

Su enojo, seriedad y la frialdad de su voz, hacían que su carácter no tuviera nada que envidiar al de su padre. Los tres la observaban perplejos debido a su repentino cambio de actitud, sin embargo, ella no pareció notarlo porque continuó hablando, aunque ya más tranquila.

-Levanta tu trasero del suelo y vámonos. Tomé esta guadaña prestada sin que nadie se diera cuenta y necesito devolverla antes de que mi padre...

-¿... Antes de que tu padre se entere de que la hurtaste y escapaste sin su permiso?-completó una voz desde las alturas del tejado.

Instintivamente, ______ se ocultó detrás del cuerpo Sebastian al ver como su padre, omitiendo cualquier tipo de delicadeza, caía de pie sobre el rostro de Grell.

-Ustedes dos están en problemas-dijo Will.

La Hija de William T. SpearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora