~ Capítulo 19 ~ Esa shinigami, sonríe ~

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Un día más había transcurrido desde que llegaron al circo, y ______ notaba como William adquiría un extraño comportamiento distante por momentos. Primero creyó que esto se debía a la molestia que le causaba la presencia del joven conde y su demonio en su lugar de trabajo, pero luego se le ocurrió que tal vez, sólo tal vez, también era ella la que estaba interfiriendo allí.

Este pensamiento consiguió derrumbar todo ese buen ánimo que traía consigo desde los últimos días puesto que detestaba sentir que era un estorbo para los demás, en especial para su propio padre. Estaba completamente segura de que, si Grell hubiera estado ahí, la hubiera regañado por "suponer cosas tan estúpidas como esa", mas no podía evitarlo. Su moral, aunque a simple vista no lo pareciera, había cambiado y no era la misma desde hacía unos cuantos años.

-A veces me gustaría simplemente desaparecer y dejar a todos en paz-comentó para sí misma, mientras cerraba los ojos y se acomodaba en el árbol contra el que estaba recostada.

-Esa no es la clase de palabras que uno espera oír de una joven dama de tan corta edad, ¿sabe?

Esa voz sensual consiguió espantarla, por lo que sus ojos verdes volvieron a abrirse rápidamente para observar al mayordomo. ¿Cómo es que sabía dónde estaba? Después de todo, creyó que se había apartado de las tiendas de campaña sin ser vista por absolutamente nadie.

-Se-Sebastian-tartamudeó, aun sobresaltada por su repentina presencia- ¿Qué haces aquí?

-Hmm... ¿Qué hago aquí? Sólo la vi pasar y, como no hoy no trae su habitual sonrisa amigable, decidí seguirla para averiguar qué le sucedía-respondió, encogiéndose levemente de hombros-. ¿Le molesta si me siento a su lado?

Algo sonrojada por lo directo que era, desvió la mirada y negó con la cabeza. Sebastian se sentó junto a ella, sin quitarle sus ojos carmesí de encima. Ambos permanecieron en silencio por unos cuantos minutos, que él utilizó para analizar cada pequeño gesto en su tierno rostro.

Le llamaba la atención.

Esa chica de catorce años había conseguido atraer su demoníaca atención de una manera bastante extraña. Jamás pensó que algún día podía preocuparse (aunque sea un poco) por alguien de su naturaleza, es decir, una shinigami.

-¿Y Ciel? Es extraño verte sin él-inquirió ella de repente, cortando con aquella extraña pero pacífica atmósfera.

-Oh, el joven amo está fingiendo ser un niño completamente normal, amistoso y sociable frente a todos los humanos que hay aquí. Quizás lo considera algo vergonzoso porque me ordenó que saliera por un momento.

-Ya veo... Supongo que con ese rostro adorable puede engañar a cualquiera-la castaña puso los ojos en blanco, para luego darle una sonrisa, quizás un tanto forzada.

Sebastian no tardó en notarlo.

-Hay algo que le está haciendo sentir triste, ¿no es así?

______ se sorprendió por segunda vez. Se sentía como un libro abierto estando con él, aunque no podía esperar menos de un demonio, por supuesto; sabía que eran seres muy astutos y perspicaces. Apartó su mirada nuevamente, sin saber exactamente qué respuesta darle.

-Estoy bien-dijo finalmente.

El mayor suspiró. No iba a obligarla a hablar de sus problemas, sería demasiado extraño que lo hiciera, así que solo se quedó en silencio una vez más, intentando encontrar alguna forma sencilla de levantar su ánimo.

Una de sus manos se movió inconscientemente y, cuando fue capaz de notarlo, se encontraba revolviendo con suavidad los oscuros y brillantes cabellos castaños de su acompañante. Ella sólo le lanzó una mirada que oscilaba entre la confusión y una renovada sorpresa.

Si quería que se sintiera mejor, ya no tenía tiempo para ser correcto y disculparse por su atrevimiento.

-¿Sabe? Una señorita tan hermosa como usted no debería lucir un rostro tan triste. Usted tiene que sonreír para que todos los que estén en su entorno puedan estar felices y tranquilos. Pero lo más importante, es que sonría para estar bien consigo misma.

-¿... Y si no puedo sonreír? ¿Y si no me siento capaz de hacerlo?

La niña encontró la mirada carmesí del hombre, que en su interior se vio conmovido al ver como esos extraños ojos verdes comenzaban a cristalizarse. Sus manos ahora se encontraban en sus mejillas, apretándolas casi con cariño.

-¿Acaso quiere parecer una pequeña amargada como a veces luce mi joven amo? Estoy seguro de que usted puede sobreponerse a todos los problemas que se le presenten y así continuar deslumbrando al mundo entero con su brillante sonrisa.

-Sebastian...

______ estaba completamente anonadada. Nunca se imaginó que palabras tan dulces como esas podían salir de la boca de un ser infernal como él. Pero allí estaba realmente. No era una alucinación ni nada como eso; de verdad estaba ahí, intentando hacer que se sintiera mejor sin siquiera conocer el problema que le estaba molestando.

Y no pudo hacer otra cosa más que sonreír.

No tenía idea de cómo lo hizo, pero definitivamente Sebastian Michaelis había conseguido que su buen humor regresara tan rápido como se había esfumado anteriormente.

-Bien, así está mucho mejor-comentó el hombre, en un tono satisfecho mientras las comisuras de sus labios se curvaban.

-¿Sebastian?

-¿Si?

-¿... Tu siempre sonreirás cada vez que yo lo haga?-preguntó, con algo de vergüenza.

-Por supuesto que lo haré.

-¿Me lo prometes?

-Le doy mi palabra. Esta será nuestra pequeña promesa.

Sus labios se posaron sobre la frente de la menor. Esta había sido una de las únicas veces en las que realizó una buena acción por propia voluntad y, por primera vez en su larga existencia, se sintió realmente bien consigo.

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HOLA~

Se que tardé mucho en actualizar, pero estuve muy ocupada entre la escuela y la universidad... Pero ahora estoy casi de vacaciones, así que eso quiere decir que va a haber actualizaciones más seguido *-*

Bueno, espero que les haya gustado este capítulo... Quería empezar a mostrar una relación un poco más sentimental entre ellos y salió esto, así que espero sus opiniones para saber cómo quedó y qué les pareció ^^

Voten y comenten! Me ayuda mucho para continuar con la historia!

Nos vemos en el próximo capítulo!

Bye, byee~




La Hija de William T. SpearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora