~ Capítulo 11 ~ Esa shinigami, está feliz ~

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William caminaba en dirección a su hogar, cargando a ______ en su espalda. Cerca de media hora antes, había irrumpido en el comedor de la Mansión Phantomhive, y, apenas dándole un par de segundos para despedirse con un gesto de la mano, la sacó de allí con prisa, dejando en un estado de perplejidad a los presentes.

-Papá-llamó la niña, aferrándose un poco a los hombros del mayor para no caer-. ¿Qué te sucedió en la mejilla? ¿Por qué tiene esa pequeña cicatriz? Oh, y ya que estoy haciendo preguntas, ¿por qué hueles a Grell?

-No es nada, sólo me corté haciendo algo importante-respondió, pasando por alto la última parte del interrogatorio.

-¡Oye! ¡No ignores mis dudas, soy tu hija!-exclamó, un tanto ofendida por la actitud del hombre.

El resto del camino transcurrió en lo que hubiera sido un completo silencio, de no ser por las frecuentes insistencias de la shinigami sobre el tema de Grell.

Al llegar a la casa, William bajó a ______ de su espalda y, tomando su mano, la condujo hasta la sala de estar, donde el pelirrojo los esperaba recostado en el sofá, leyendo un libro. Al oírlos, levantó la mirada y le regaló una sonrisa a la niña, que no dudó ni medio segundo en lanzarse sobre él.

-¿Me extrañabas?-inquirió Grell, ocultando un leve gemido de dolor tras una suave risa. Definitivamente, las consecuencias de haber "jugado" con el castaño, se estaban manifestando en forma de dolor en ciertas zonas de su cuerpo.

-Sí-contestó ella, escondiendo su rostro en el cuello del shinigami.

Aprovechando el momento de distracción de su hija, Will hizo algunas señas a su compañero, indicándole que la mantuviera ocupada durante unos minutos.

-Grell...

-¿Si, linda?

-¿Por qué hueles a papá? ¿Y por qué él huele a ti?

El excéntrico shinigami se ruborizó ligeramente ante la pregunta. ¿Cómo era posible que ella se fijara en ese tipo de cosas? Si algo estaba claro, era que no se perdía ni siquiera el más mínimo de los detalles.

Suspiró, con una ligera expresión de nerviosismo; era la primera vez que no tenía idea de lo que debía contestarle. Sin embargo, Spears regresó a la sala justo en ese momento, siendo su salvavidas en aquella situación tan incómoda.

-¿Tu tampoco vas a responder?-exclamó, completamente indignada-. ¡Sé que me están ocultando algo, no soy tonta!

-Deja tu curiosidad para más tarde, tu padre tiene algo para ti-dijo Grell, logrando desviar su atención de ese tema.

La castaña se volteó para observar al otro hombre, que llevaba en sus manos una funda color negro. Un extraño sentimiento de nostalgia se apoderó de su mente al verlo; estaba segura de que lo conocía... Segura de que, si sus manos rozaban esa superficie, algo en su interior volvería a unirse.

Como si se encontrara en una especie de trance, se acercó con pasos lentos y firmes a su padre, extendiendo los brazos para que le entregara aquello que sostenía.

-Cuídalo-pidió Will, al tiempo que depositaba el estuche en las manos de su pequeña.

______ se arrodilló en el suelo, dispuesta a abrirlo y ver qué era eso desconocido que estaba anhelando casi con desesperación. Un violín apareció frente a sus orbes verdes; pero no era cualquier violín... Era el suyo.

Su Camille, como ella lo había nombrado en honor a su compositor favorito.

Era imposible no reconocerlo.

Aquella madera que parecía desgastada pero que a su vez era brillante como los reflejos del sol en el agua...

Ese arco que se amoldaba perfectamente a sus dedos, como si hubieran pensado en ella al momento de hacerlo.

Ese sentimiento de felicidad que la invadía al posar sus manos sobre él y levantarlo para tener una mejor contemplación de su figura.

Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras una temblorosa sonrisa se formaba en sus labios. Dejó a su preciado instrumento nuevamente en el estuche negro, y, acto seguido, saltó sobre William, que la recibió con los brazos abiertos.

-Gracias-murmuró, con la voz entrecortada-. Gracias... Eres el mejor papá del mundo... No... ¡De todo el Universo!

El castaño sintió las húmedas gotitas que caían en su pecho, mojando parte de su camisa y, no muy seguro de si verla llorar era algo bueno o malo, optó por estrecharla en un abrazo cálido y protector. En cuanto se separaron, él secó las lágrimas que quedaban con sus pulgares, recibiendo una amplia sonrisa como regalo.

-Ve a lavarte la cara, ¿de acuerdo?

______ asintió y salió corriendo felizmente en dirección al baño. Casi al instante, Grell se acercó y rodeó el cuello del otro con sus brazos.

-Lo lograste-comentó con alegría-. Recuperaste parte de su felicidad y sentimientos. Debes sentirte orgulloso del padre que eres, Will.

-Estoy más orgulloso de la hija que tengo que de mi mismo-masculló, desviando la mirada, un tanto avergonzado por su cercanía.

El pelirrojo sonrió y, dando un leve tirón a la corbata de Spears, lo atrajo lo suficiente como para poder unir sus labios en un dulce beso, que su compañero no tardó en corresponder, posando una de sus manos en su rostro y la otra en su nuca, profundizando el contacto.

-Ejem... ¿Interrumpo algo importante?

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Hola de nuevo ^^

Actualicé rápido otra vez, exijo mi premio!

Espero que les guste esta parte! Cómo siempre, si les gustó, voten y comenten... Aunque nadie está obligado a hacerlo realmente xD

Nos vemos en el próximo capítulo!

Bye byeee~

La Hija de William T. SpearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora