~ Capítulo 18 ~ Esa shinigami, tiene compañía ~

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Ciel y ______ intercambiaron una mirada que oscilaba entre la preocupación y la incomodidad. El ambiente era tan tenso que incluso podría cortarse con un cuchillo para untar manteca. ¿El motivo? Lo que Joker les había comentado antes sobre compartir la tienda con otros integrantes del circo, habían pasado de ser meras palabras a una cruda realidad... O al menos cruda para los adultos.

A los dos más pequeños les había tocado estar en la misma carpa que otro niño que estaba allí. Estar juntos no era algo molesto para ninguno de los dos puesto que ya se conocían. Pero el problema se presentó en cuanto el alegre líder comentó que los dos mayores tendrían que compartir otra tienda.

Y ellos sabían perfectamente que dejar solos a ese demonio y a ese shinigami era una de las peores ideas del mundo; más aún cuando William sentía tanta aversión hacia ese ser del inframundo.

-Apuesto a que se alegraron por esto-dijo Joker, soltando una risita junto a Dagger, que estaba a su lado.

<<¿...Alegrarse?>> Pensó la castaña, que en ese momento tenía una especie de tic nervioso en la comisura de los labios.

-Bien, nosotros nos vamos.

-¡Buenas noches!-Exclamó el rubio, sonriendo.

Con un gesto de despedida, ambos dieron media vuelta y comenzaron a caminar. Ciel, que aún quería evitar que esos dos se mataran por estar en la misma tienda, intentó llamarlos, pero ellos no hicieron caso y continuaron con su camino.

El silencio que se había apoderado del lugar por unos segundos, fue roto cuando William tomó la palabra.

-Esto es de lo peor-sentenció.

-Lo mismo digo-replicó Sebastian.

.-.-.-.-.-.-.-.-.

Ya en la tienda, los tres menores se ubicaron uno en cada cama. La shinigami, que había elegido la que estaba abajo, se sentó con la mirada puesta en el niño con el que compartían la tienda. Su cabello castaño le cubría una buena parte del rostro, y ella se preguntó si habría un motivo en especial de que así fuera. Por alguna razón, algo le parecía extraño en ese humano, pero no entendía muy bien qué era.

-¡Oh, es cierto! Les daré esto como símbolo de nuestra futura amistad-comentó él, sacando tres paletas de colores diferentes-¡Es un producto de muy alta calidad de la compañía Funtom!

______ alzó las cejas en un gesto divertido. Le resultaba gracioso que alguien le ofreciera a Ciel algo que había sido fabricado en su propia empresa.

-Hay de caramelo, leche y fresa. ¿Cuál prefieren?-Inquirió, con una amable sonrisa en su rostro.

-Supongo que... De caramelo-dijo el de ojos azules.

-¿Y tu, Gleam?-la miró, sin perder su expresión afable.

-Creo que la de leche está bien-sonrió la niña.

Le pasó la paleta y luego se recostó en su cama, comenzando a hablar. Pero ella ya no lo escuchaba; se había perdido en sus pensamientos mientras miraba fijamente a la golosina que ahora hacía girar entre sus dedos.

Seguía teniendo aquella molesta sensación de que ese circo ambulante estaba rodeado por una especie de aura misteriosa Quizás las almas de las que tanto hablaban los shinigamis del departamento tenían algo que ver con todo esto, pero no era algo de lo que podía estar segura, puesto que su padre no le había revelado más información de la que era necesaria.

Suspiró, dejándose caer de espaldas sobre el colchón y cerrando los ojos. Para bien o para mal, averiguaría todo tarde o temprano, y nadie iba a poder impedir eso.

La Hija de William T. SpearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora