~ Capítulo 20 ~ Esa shinigami, habla y abraza ~

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Aquella noche, aprovechando que su padre estaba solo en la carpa que compartía con el demonio, ______ fue a verlo antes de irse a la cama. Lo encontró con la mirada puesta en las páginas de un libro, pero aún así dejó lo que estaba haciendo para prestarle atención a ella en cuanto la escuchó entrar.

-¿Sucede algo?-inquirió extrañado, cuando notó que su hija se había quedado de pie en la entrada sin decir nada.

-¿Puedo quedarme aquí contigo? Sólo será un rato y luego me iré a dormir, lo prometo-sonrió.

William frunció el entrecejo de manera casi imperceptible; algo en aquella sonrisa le parecía diferente, no era la misma que ella siempre le regalaba. Esa sonrisa no había llegado hasta sus ojos. Dio unas palmaditas sobre el colchón, indicándole que se sentara a su lado y, en cuanto lo hizo, rodeó sus hombros con su brazo, acercándola a él.

-¿Papá...?

Antes de que continuara con lo que decía, él la silenció posando su índice sobre los labios de la niña; relajó su expresión, dedicándole aquella cálida y protectora sonrisa que era sólo para su pequeña. 

______ se acomodó un poco sobre su pecho, cerrando los ojos y aspirando profundamente ese aroma que tanto la tranquilizaba. Esa misma tarde Sebastian había levantado su ánimo, pero estar de esa manera con su padre traía nuevamente las preocupaciones que tanto le molestaban y que acarreaban consigo la inevitable tristeza.

Apretó sus puños en el traje de William, algo que este no pasó desapercibido. 

-¿Quieres hablar?-inquirió con suavidad, mientras quitaba esos mechones de cabello oscuro que estaban sobre su rostro.

-Sólo un poco más... Déjame estar así un poco más-susurró como toda respuesta.

Permanecieron abrazados por más de diez minutos sin decir palabra alguna. El mayor se percató de que la respiración de la castaña se volvía más lenta y acompasada a cada momento, y no pudo evitar sonreír con cierta ternura. Hacía mucho tiempo que su hija no se quedaba dormida de esa manera.

Le quitó las botas que llevaba puestas, la acostó en su cama y la cubrió con la frazada. Él se recostó a su lado, abrazándola protectoramente con la idea de alejar aquellos malos pensamientos que le molestaban para que pudiera tener un sueño tranquilo.

-Descansa, mi hermosa niña-murmuró.

Depositó un dulce beso en su frente y cerró los ojos, dispuesto a entregarse también él al mundo de los sueños.

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La pequeña shinigami había despertado de buen humor a la mañana siguiente, y estaba segura de que tenía que ver con el hecho de haber pasado la noche al lado de su padre. Ya no sentía que era una molestia para él, algo que le aliviaba demasiado.

Aquella mañana era especialmente fría y a William le costó bastante convencerla de que saliera de la cama y se vistiera con la ropa que los miembros del circo habían preparado para ella el día en que se unieron. En cuanto estuvo lista y se disponían a salir de la carpa, ella lo detuvo tomándolo del brazo.

-¿Cuánto falta?-preguntó, pero el hombre la miro sin terminar de comprender a qué se refería- Hablo de tu trabajo aquí... ¿Cuánto falta para que todo acabe?

William suspiró con pesadez. Quizás ya era el momento de comentarle algunas cosas que había estado evitando decirle.

-En tres días todo habrá terminado y volveremos a casa-guardó silencio durante un momento y luego se agachó hasta quedar a su altura-. Hay algo importante que quiero decirte, ______.

-¿Algo importante? ¿Qué?-ladeó ligeramente la cabeza, mirándolo con atención.

-Hay una razón por la que no quería traerte a este lugar. A medida que se acerca el día de la recolección, más me arrepiento de haber bajado la guardia y haber permitido que Grell me convenciera de traerte. No-se apresuró a decir cuando notó que ella abría la boca para hacer una nueva pregunta-, no es porque estés interfiriendo con mi trabajo.

-¿Entonces por qué no quieres que esté aquí contigo?

-Porque hay ciertas cosas para las que aún no estás preparada.

______ frunció el entrecejo, aparentemente confundida. No estaba segura de haber entendido lo que su padre le estaba diciendo; es decir, había estado entrenando con Grell antes de ir a ese lugar, ¿no era eso estar preparada para cualquier cosa que sucediera?

-Voy a estar bien, papá, no te preocupes por mi-le sonrió.

-Eres lo más importante que tengo, es imposible que no me preocupe por ti.

Ella sólo amplió un poco su sonrisa. Le gustaba mucho ver ese lado tierno de William.

-No es cierto, ya me reemplazaste por ese pelirrojo-bromeó ella, antes de lanzarse a sus brazos y besar su mejilla-. De verdad voy a estar bien.

-Realmente espero que así sea. Sólo quiero verte feliz.

La cargó en sus brazos y por fin salió de la carpa. El día recién comenzaba y no tenía planes de arruinar el buen humor de su hija con las cosas que le preocupaban. Después de todo, verla sonreír era algo demasiado bello.

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HOLA!

Tengo pensado extender la parte del circo como máximo dos capítulos más... A menos que ustedes me lo impidan bajo amenazas(? Okno xD

Espero que les guste este capítulo ^^

Quiero agradecer a las chicas que estuvieron comentando casi todos los capítulos en estos últimos días... Fue muy divertido leer esos comentarios, así que gracias por hacerlos  xD

Sin más que decir, nos vemos en el próximo capítulo!

Bye, byee~ ^^




La Hija de William T. SpearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora