Los días pasaban con la misma calma de antes, y ninguno de ellos había vuelto a encontrarse con la madre de la chica, por lo que intentaban dejar lo ocurrido sólo como un mal recuerdo.
Los entrenamientos de ______ habían sido reforzados luego de aquello, y tanto Grell como William notaban el empeño y la concentración que ponía en cada uno de ellos para hacer las cosas bien. Y, de hecho, lo conseguía con resultados más que satisfactorios.
Un día antes del evento que se realizaría en la mansión Phantomhive, William ayudó a su hija a guardar algunas cosas en una maleta puesto que, a pesar de que no le gustara ni un poco, pasaría allí unos cuantos días. Él estaría bastante ocupado con su trabajo y había descartado la idea de dejarla nuevamente con Undertaker, más por causar molestias que por falta de confianza. Pero, aún así, no terminó de acceder hasta cerciorarse completamente de que Sebastian no intentaría nada extraño, ni le haría daño, ni nada por el estilo.
—¿Tienes todo lo que necesitas? ¿No olvidas nada?— le preguntó.
—Creo que no. Tengo los libros que debo devolverle a Ciel, mi ropa, a mi Señor Wuchito...
El mayor alzó las cejas con aparente diversión. El Señor Wuchito era un viejo peluche con forma de gato negro que Ronald le había regalado en su primer cumpleaños.
—¿Te llevas al Señor Wuchito?
—¡No puedo abandonarlo aquí! ¿Mira si alguien quiere secuestrarlo? No, no, no. No puedo permitir una desgracia como esa—explicó ella.
—No puedes dormir sin él, ¿verdad?
—No realmente.
Río un tanto avergonzada y su padre le despeinó el cabello en un gesto cariñoso. Tenía una niña simplemente adorable.
Poco después emprendieron su camino hacia la mansión, donde Sebastian esperaba pacientemente en la puerta para darles la bienvenida, tal como le había ordenado su amo. ______ besó la mejilla de su padre a modo de despedida, le aseguró que estaría bien y que se comportaría, y luego entró al lugar acompañada siempre por el demonio.
—¿Cómo ha estado, Señorita?—le preguntó de camino al estudio.
—Muy bien—una sonrisa apareció en su rostro mientras se posicionaba a su lado para poder observarlo mejor—. ¿Y tu?
Sebastian la miró de reojo y sus labios se curvaron en una sonrisa. Él no había olvidado su promesa, y suponía que ella tampoco.
—Excelente. Gracias por preguntar.
Y en verdad se sentía agradecido, le gustaba ser sincero con esa chica porque tenía algo en su aura que lo cautivaba, así como sucedía con Ciel.
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El día de la fiesta había llegado por fin, y la castaña se encontraba en la habitación que su pequeño amigo le había asignado, muy cerca de la suya.
Grell se había encargado de alcanzarle el vestido esa misma mañana, y ahora se encontraba extendido sobre la cama mientras ella lo inspeccionaba.No tenía idea de cómo debía arreglarse sola para un evento como aquél.
Una risa divertida escapó de sus labios y se rascó la cabeza distraídamente. Tampoco sabía cómo peinarse; ella siempre llevaba el cabello suelto y lo único que hacía era cepillarlo un poco cuando se levantaba, luego de bañarse y antes de irse a la cama.
Estaba segura de que Grell le había explicado todas esas cosas, pero no recordaba una sola palabra de lo que había dicho, y se reprendió mentalmente por haberle prestado más atención a lo que hacía en aquel momento que a aquel sabio discurso de dama elegante.
Unos suaves golpecitos en la puerta la apartaron de sus pensamientos.
—¡Adelante!
Maylene, la sirvienta de la mansión, apareció en el umbral, haciendo una pequeña reverencia antes de entrar a la habitación.
—El Joven Amo me envió a ver si necesitaba ayuda. Y asumo que es así porque aún sigue con su ropa de uso diario—le sonrió con gentileza mientras se acercaba a ella—. Es un vestido muy hermoso, Señorita ______.
—Gracias, Maylene.
Les llevó cerca de una hora entre el vestido, el peinado y algo de maquillaje (aunque fuera en una cantidad prácticamente escasa), pero los resultados fueron increíbles, y a la chica le sorprendió demasiado verse de esa manera en el espejo.
Apreciarse a sí misma usando algo como eso aún le parecía extraño pero definitivamente le agradaba bastante. Los colores oscuros contrastaban con su piel clara, y provocaban la sensación de un aspecto de nobleza que ella jamás había sentido en su persona.
Maylene había hecho unas pequeñas trenzas a los costados, que luego unió en una sola en la parte de atrás, formando un peinado sencillo pero elegante para alguien de su edad, y también le había rizado las pestañas, haciendo que parecieran más largas y oscuras de lo que ha eran.
—¿Y bien? ¿No cree que se ve preciosa?
La sirvienta, que no había perdido su sonrisa, observaba con atención su expresión frente al espejo.
Sus mejillas se habían teñido de un ligero rubor rosado, su boca se mantenía levemente abierta, y una de sus manos estaba cerrada alrededor de un pequeño dije que llevaba en una cadenita de aspecto delicado.
Tardó unos cuantos minutos, pero al final se sintió lista para contestar a la pregunta de su acompañante:
—Me veo bonita—susurró.
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¡Hola hola hola!
Acá estoy de nuevo (después de mucho tiempo, lo se)
Este capítulo quizás no sea el más interesante de todos, pero sería algo así como una pequeña introducción al arco del asesinato, así que espero que lo disfruten ^^
Voy a tratar de actualizar lo más rápido posible, aunque sepan disculpar la tardanza que estoy llena de cosas para estudiar (ahora, por ejemplo, debería estar leyendo cosas de antropología social xD)
En fin, voten y comenten, que siempre me gusta leer sus opiniones ^^
Los adoro, y nos vemos en el próximo capítulo ^^
Bye bye~
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La Hija de William T. Spears
FanficLa historia de una shinigami que vivirá muchas aventuras~