Bastaron unos segundos para que el vampiro dejara de gritar, y el cuerpo usurpado de nuestro camarada volviese a quedar inmóvil, entre mis brazos. Estaba ardiendo debido a la resonancia y los ataques energéticos, una masa de carne y hueso, que se desintegraba más y más a cada segundo, hasta convertirse en cenizas. No quedó nada de la forma etérea, había sido totalmente erradicada.
Yo me encontraba bien, con tan sólo quemaduras y una revoltura de estómago terrible. Sin embargo, el poder del vampiro anciano comenzaba a abandonarme, pronto volvería a tener mis sencillas 150 KU.
Caí de espalda al suelo, respirando agitado. Había más silencio de lo que esperaba.
—¡Eater! ¿Estás bien?
Pelusa fue la primera en llegar a mí, me sostuvo en sus brazos y comenzó a liberar energía sanadora. Broza y Verdugo llegaron a auxiliarme un momento después.
—Increíble, basura, lograste salir vivo de esa. Estás loco.
Reí.
—He estado peor —respondí—. ¿Qué hay del otro vampiro? ¿Lo tienen?
Verdugo desvió la mirada un poco.
—Lo tienen, no necesitaron de nosotros, esos güiris no lo hacen nada mal.
—Vaya, qué misión. —Resoplé—. Y pensar que por un momento creí que iba a ser fácil. Pobre de Babuino, no se lo merecía.
Intenté levantarme, pero Pelusa me lo impidió.
—Eh, no te muevas, esto tomará un poco de tiempo.
Iba a decir que no importaba sanarme, porque ya todo había terminado, sin embargo, un repentino estruendo seguido de una aterradora visión, acaparó la atención de todos nosotros.
Un poco más allá, en el otro extremo del derruido salón, el potente chillido del murciélago etéreo hacía coro al sonido magnético de un titánico desprendimiento energético. La red que lo aprisionaba se rompió y el equipo estadounidense salió disparado en todas direcciones. Una, dos tres, cuatro ráfagas fulminantes alcanzaron los cuerpos de los desdichados antes de que siquiera tocasen el suelo. El vampiro anciano no estaba derrotado, y había exterminado en un abrir y cerrar de ojos a sus captores.
—¡Corred! —gritó Verdugo, agitando las manos, señalándonos la salida del salón que estaba por derrumbarse.
Nadie refutó la orden, ni pensamos dos veces en salir corriendo. Mis heridas podían esperar. El ente etéreo estaba enfurecido, la energía que desprendía era descomunal. Sin duda alguna ese era uno de los kinianos más poderosos a los que me había enfrentado en toda mi vida. Las cosas no se veían bien, para nada bien.
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Esclava de la Realidad 3: El Trono del Primero
ParanormalCinco años después de los eventos de Mundo Energético, Katziri se ha convertido en un miembro funcional de la Guardia Kiniana española. Entrenada por el mismísimo Maestro de la Realidad, Dios de la Justicia, deberá enfrentarse a nuevos retos que pod...