45. El festín

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—Lamento que hayan tenido que ver eso —respondió

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—Lamento que hayan tenido que ver eso —respondió.

—Al contrario —replicó Killian—, ahora tengo más ganas de encontrarme cara a cara con quienes perpetran estas atrocidades. Nunca me gustaron mucho los vampiros, sabía poco sobre ellos, hasta que tú y Kan vinisteis a joder mi vida tranquila.

—Pues entonces deberías saber que, lo que viste, es apenas la punta del ice...

Abrimos una puerta y casi chocamos con un hombre a mitad de una interconexión de tres caminos.

—La punta del iceberg, ¿no es así? —dije, mientras avanzaba, resignada.

Mi objetivo era rodear el obstáculo y continuar, sin embargo, apenas pasé a su lado me tomó por el brazo para atraerme hacia él. Me miró muy de cerca, de arriba abajo. Al sentir su asqueroso aliento, lo miré hacia abajo con un gesto de asco.

—¿Podría soltar a mi esposa, por favor? —inquirió Killian llegando a mi lado junto con Mateo.

El vampiro, que era un hombre rubio, alto y delgado, cuya actitud me recordaba mucho a la de Velasco, desvió su mirada hacia Killian, con desprecio, para luego devolverla a mi persona. La tensión se notó cuando mantuve la cabeza en alto, mirándolo con aún más desprecio del que él me mostraba.

—Españoles —gruñó, con un marcado acento francés—, su esposa es soberbia como ninguna, eh, sir...

Me soltó de forma agresiva.

—Kor —respondió Killian, altivo—. Agradecería que no se refiera a ella de esa manera. ¿A qué debemos el honor de su interés en mi hermosa dama?

El vampiro sonrió, encantado con los modales de Killian. Vaya, a mí también me sorprendía. Qué buen actor era, casi no me creía que fuese un ebrio declarado.

En ese momento, Kan dio un paso al frente, con decisión, posicionándose entre Killian y el vampiro desconocido.

—¿Tiene algún problema con mis invitados? —cuestionó, con una voz imponente, pero gentil.

Al verlo, el vampiro desconocido se quedó boquiabierto, casi se atraganta.

—A-Amo Mikael —pronunció.

Noté que Mateo fruncía el ceño.

—Debe ser del culto, un Ojo del Supremo, novato —explicó Mat, en voz muy baja—, sólo alguien así llamaría «Amo» a Mikael, me lo dejó muy claro cuando lo conocí.

Moví la cabeza de forma comprensiva, para luego devolver mi atención a la conversación que se libraba delante.

—Me pareció una falta de respeto que pasara de largo, sin ofrecer un mínimo respeto a este momento —reclamaba el vampiro—. Puedo escuchar la nobleza en las palabras de sus invitados, no me extraña que la dama expire tal prepotencia. —Dirigió la mirada a Killian—. Sir Kor, debería enseñarle unos cuantos modales a su mujer. —Volvió a mirar a Kan—. Amo Mikael, no sólo a mí me complace su presencia, su hermana debió convencerlo de volver.

Esclava de la Realidad 3: El Trono del PrimeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora