Desperté con el brillo del sol en mi cara. No era sol matutino, sino uno que denotaba más de las tres. A mi lado, alguien sostenía mi mano con delicadeza. Era un joven rubio, cabello desarreglado, ojos caídos, rostro alegre.
—¿Koba? —pregunté, sin poder evitar la confusión.
Me llevé una mano a la cabeza, me sentía mareada. Una vía intravenosa conectada a mi brazo izquierdo, canalizaba solución kiniana curativa.
—Ese soy yo, me han dicho que la liaste parda, el Gran Sabio Keitor te trajo a mí prácticamente sin la piel de tu biocontenedor. A saber en qué lio te metiste para quedar así.
Reí, de forma incómoda.
—Ah... ¿Ah sí? Vaya...
—Tómatelo con calma, no había nuevos biocontenedores, así que Kendra tuvo que hacer otro especialmente para ti. Es exactamente igual al de antes, en apariencia, pero dijo que este te ayudaría a tener mejor control sobre tu poder.
—K-Kendra —balbuceé—. ¿Está aquí? ¿Qué pasó? ¿Dónde están todos?
Me sentía confundida, agobiada. Esperaba que no hubiese pasado días inconsciente, igual que la última vez.
—Calma, respira —dijo Koba—, Kendra no está aquí, de hecho, nadie sabe dónde está, desapareció después de enviarme contigo, para darte este cuerpo y sanar tus heridas. Dijo que era prioridad que te recuperaras pronto, porque la batalla final se acerca.
—Espera, ¿batalla final? ¿Qué pasó con Japón? ¿Dejaron sola a toda esa gente?
—En absoluto, después de que vencimos al kaiju, la Maestra Kendra levantó grandes murallas por todo Japón. Un enorme dragón descendió del cielo, y nos ayudó a transportar a la gente a zonas seguras. Todos están a salvo, al menos por ahora.
—Un... ¿dragón? ¿De verdad es esto real?
Koba se encogió de hombros.
—La línea entre lo real y la fantasía dejó de tener sentido hace tiempo, ¿no crees?
Ambos soltamos una risilla, haciendo sátira de la situación.
—Vaya, ¿y entonces has dicho que Kendra me quería recuperada, para luego desaparecer?
—No es sólo ella, el Maestro Keitor también me pidió que restaurara tu energía a tope. Hemos estado aquí toda la noche, ¿sabes? Nunca antes había tardado tanto en recuperar la energía de alguien. Eres asombrosamente poderosa.
De todo lo que Koba dijo, sólo una cosa me interesó.
—¿El Maestro Keitor también te lo pidió? —pregunté. Aún tenía miedo de encontrarme con mi padre, no lo había visto desde mi escapada. Seguro estaría molesto conmigo por todos los problemas que causé—. ¿Sabes que pasó con la gente que atacó la prisión?
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Esclava de la Realidad 3: El Trono del Primero
ParanormalCinco años después de los eventos de Mundo Energético, Katziri se ha convertido en un miembro funcional de la Guardia Kiniana española. Entrenada por el mismísimo Maestro de la Realidad, Dios de la Justicia, deberá enfrentarse a nuevos retos que pod...