15. La doctora Sona

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Terminé la llamada con Mat justo cuando bajaba del auto, encontrándome a las afueras del hospital

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Terminé la llamada con Mat justo cuando bajaba del auto, encontrándome a las afueras del hospital. Me sentía bien porque, de alguna manera, esta pequeña misión nos estaba acercando de nuevo, pero todavía no entendía esa obsesión suya con El Supremo. No comprendía cómo podía estar tan lleno de odio, a pesar de todo el amor que le había tratado de demostrar en los últimos años. Había intentado sanar su alma, así como mis amigos y mi padre habían sanado la mía, pero era imposible. No podía hacerle comprender que odiar no era un sentimiento agradable, y tampoco sano. Pero yo sabía que eventualmente recapacitaría y decidiría acabar con esa odisea suya que terminaría llevándolo a la destrucción. Él era un buen chico, que tan sólo había perdido el camino. Mi tarea era reivindicarlo, y esperaba que esa misión me ayudara en eso. Capturaríamos a Galahad Kane juntos, y luego por fin entendería que había más en la vida que sólo perseguir a un vampiro.

Entré por la puerta principal, y avancé por el vestíbulo hasta la recepción. No hablé con nadie, no iba con intención de dialogar. En el mundo humano, conseguir información era mucho más sencillo que en el kiniano y más para alguien como yo, capaz de torcer las cuerdas de la realidad. Me senté a la sala de espera y observé cuidadosamente a las personas que estaban a cargo de la recepción, a los doctores, cirujanos y administrativos que iban y venían por los pasillos. Repasaba mentalmente su forma de vestir, de caminar, de hablar. No necesitaría algo complicado, tan sólo el uniforme de una interna con bata blanca.

Cuando estuve segura de haber memorizado todos los detalles que requería, me levanté de mi asiento y me dirigí al baño de mujeres. Entré sin reparo y me busqué un cubículo vacío. Una vez dentro, cerré mis ojos y busqué concentración. A pesar de que era una ilusión sencilla, aún no tenía la suficiente práctica como para realizar la transición frente a toda una audiencia. Necesitaba un poco de paz para...

Dos minutos después, salí del cubículo y fui al lavamanos como si de una rutina normal se tratara. Al mirarme al espejo, lucía como una mujer diferente. Tez clara, cabello rubio y corto, vestida con una bata blanca y una identificación cuyo nombre no tenía importancia. Había torcido las cuerdas de mi existencia, para que los sentidos de mis observadores me percibieran como otra persona. Una ilusión simple que no consumía demasiada energía. A ojos ajenos, simplemente sería una doctora más en ese apabullado lugar.

Salí a los pasillos, en dirección a la recepción. De forma inocente, solicité a la recepcionista el registro reciente de pacientes. Busqué a Sophia Serra, quien debía haber sido ingresada la semana pasada por contusiones y huesos rotos. Sin mayor problema encontré el nombre, aunque los datos correspondían a un diagnóstico completamente falso. Un resfriado, era lo que se suponía había tenido, y la doctora a cargo había sido una mujer de nombre Sona U. Mi plan era sencillo, encontrar un contacto directo con la gente de Galahad Kane, y esa doctora parecía ser el vínculo que se ajustaba a esa necesidad.

Esclava de la Realidad 3: El Trono del PrimeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora