43. El Ala del Supremo

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Dedicado a FranciscoMendez384, Xirdka, ladyherodale y tera16, gracias por seguir la publicación día a día.


Espero que disfruten el tramo final, que estará lleno de vampiros, destrucción y, claro, descubrimiento. ¿Al fin veremos a Katziri desatar el máximo de su potencial?

(No olvides poner el acompañamiento musical para esta historia)

Pista de audio recomendada: 1 Hour of Dark Music | Magic / Vampiric / Orchestral

Arribamos a la mansión aun de noche, usando una nave de la guardia con energía suficiente para el traslado

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Arribamos a la mansión aun de noche, usando una nave de la guardia con energía suficiente para el traslado. Killian, Kan, Katziri y yo. Era extraño, la última vez que había visitado esa isla, había sido en compañía de mi fallecido maestro. En aquel entonces, una gran fiesta se celebraba y no supe el porqué, hasta poco después. Festejaban la caída de la sociedad kiniana, seguro que ya tenían todo preparado para desatar el caos a través de los cristales supremos.

«Si teníais invitación, ¿qué os detiene?». Esas palabras pronunciadas por Mikael, no las entendí en ese momento, pero ahora tenían sentido. «Invitación». Él se refería a una invitación a Vesperterra, la llave de acceso a donde Kalro se encontraba, una llave, que no era otra cosa, sino él. Ahora necesitábamos esa invitación, y estábamos dispuestos a tomarla por la fuerza.

Mikael jugó con nosotros ese día, se burló, a sabiendas de que todo aquel que se quedase fuera estaría en peligro de muerte. Por eso nos dejó ir, porque, a su forma de verlo, de cualquier forma íbamos a morir. Hasta cierto punto tuvo razón. Uno de nosotros murió, sin embargo, esta vez las cosas serían diferentes.

Accedimos a los jardines de la antes majestuosa edificación, que yacía en ruinas debido a la última crisis. El murmullo de los árboles cercanos, sin hojas, acompasaba el oleaje del mar. Era una noche silenciosa, tranquila, demasiado tranquila. No hacía falta decir que algo raro pasaba. Desde que llegamos al puerto, hasta que entramos en la mansión, algo nos había causado conmoción. No habíamos encontrado una sola alma, nadie, ni siquiera un perro.

La isla estaba desierta. Calles y edificios contaban la historia de una desgracia súbita, que se llevó a los habitantes en medio del caos. Prendas sueltas por la calle, automóviles encendidos, casas con puertas abiertas. Lo que sea que hubiese pasado, exterminó la población del lugar.

El rechinar lejano de una puerta metálica movida por el viento, nos causó un sobresalto. Estábamos en alerta.

—Maldición, esto parece una película de terror —dijo Killian, agitando los hombros para alejar un escalofrío.

—Te entiendo —respondí—. Recordaba este lugar un poco más... festivo. ¿Qué pudo haber pasado?

—Lo que sea que haya pasado, acabó con todo—respondió Katziri—. No puedo sentir la presencia de vida por ninguna parte, a excepción, claro, de lo que está ahí.

Esclava de la Realidad 3: El Trono del PrimeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora