19. Tormenta etérea

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Pista de audio recomendada: Lindsey Stirling - Til The Light Goes Out (sí, otra vez en bucle ^^)

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El cielo estaba cubierto por nubes negras, las calles se llenaban de gritos y lamentos. El haz de luz que brotaba de Galahad Kane, se había cortado por la barrera energética levantada por Keitor, el Maestro de la Realidad, con quien aún mantenía comunicación a través de mi E-Nex. A pesar de que había actuado tan pronto tuve constancia de lo que ocurría, y mi padre había brindado protección a la ciudad, decenas, sino es que cientos de valinianos habían alcanzado a descender desde la estratosfera. Como resultado, los muertos se levantaban, igual que en una película de terror.

Nunca antes me había dedicado a aprender sobre los valinianos, jamás creí que se convertirían en un problema, se suponía que estaban controlados desde la Gran Guerra. A pesar de ello, sabía lo básico, y creo que era más que suficiente para poner fin a la situación, antes de que pasara a mayores.

Los valinianos eran entes energéticos, igual que nosotros, los kinianos. Las únicas dos características que los diferenciaban, eran el color de su aura, que era violeta, y su incapacidad para sentir emociones. Funcionaban como una mente colmena, obedeciendo a razonamientos lógicos de supervivencia. Se suponía que por eso no eran peligrosos, porque, descender a tierra firme era un suicidio para ellos y esa acción atentaba contra toda lógica. Su naturaleza insensible los hacía incompatibles con los biocontenedores, pero, por alguna razón que no comprendía del todo, parecían ser capaces de resguardarse en los cadáveres humanos, igual que los salvajes podían hacerlo con animales.

Para que los valinianos actuaran de forma incomprensible, necesitaban que algo rompiese su equilibrio, algo que los forzara a realizar acciones en contra de su propia supervivencia. Y ese algo, era Galahad Kane. De alguna manera estaba influyendo en el comportamiento de esos seres, así que debía ser suprimido cuanto antes.

—Escucha atentamente, hija —habló mi padre, a través del comunicador. Su voz se escuchaba cansada—. Con mi poder restringido en mi cuerpo viejo, lo más que puedo hacer es levantar esta barrera, y no sé por cuánto tiempo lo conseguiré.

Mientras el gobernante de la mitad del mundo hablaba conmigo, a mi lado, Mateo me miraba con una mezcla de frustración, furia y decepción. Así, de un momento a otro, se marchó saltando hacia los balcones del hotel. No importaba lo que pensara de mí, yo sabía que había hecho lo correcto, ya lidiaría con él más tarde. No lo necesitaba, yo misma resolvería el problema.

—El kiniano que tengo delante parece ser la causa de todo —respondí a mi padre—. Si muere, todo terminará.

—No será tan fácil —replicó—. Si tienes el foco del problema allí mismo, los valinianos intentarán protegerlo. Debe haber cientos dirigiéndose a tu posición en este preciso instante, bajo ningún concepto podemos permitir que el resto descienda a tierra firme, o se convertirán en millares.

Esclava de la Realidad 3: El Trono del PrimeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora