7. Puramente científico, exclusivamente físico.

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Dejé caer el lápiz al terminar los ejercicios, y alcé ambos brazos para estirarme. Le eché una ojeada al reloj. Cinco y media. 

Terrence debía de estar por llegar. 

Justo entonces escuché el sonido del garaje trasero abrirse. Era donde Kurt estacionaba su coche. 

Ayer, martes, también habían salido después del instituto y no habían regresado hasta casi las seis de la tarde. Le había preguntado a Terrence qué era exactamente lo que hacían, y me había dado respuestas un poco vagas sobre entrenar algo llamado "contención". Como el nombre lo indicaba, se trataba de practicar para aprender a contener la reacción del gen. Había intentado sonsacarle información sobre Kurt (sobre su mutación Gamma, quiero decir), pero mi hermano había demostrado tener madera de político. Ninguna de sus respuestas desveló nada.

Me levanté de la silla y salí de mi habitación en dirección a las escaleras. Decidí que sentarme en un escalón mirando fijamente a la puerta principal no era la mejor manera de esperar disimuladamente a mi hermano, así que me fui a la cocina para hacer té. Puse agua en la tetera eléctrica, la cerré, y la enchufé.

– ¡Ay! –sacudí la mano cuando sentí un corrientazo subirme por el brazo. No me molestó, pero aún así lo sentí. Le dediqué una mala mirada al enchufe. Demonios, ¿qué tenía el sistema eléctrico de esta casa? No era primera vez que ocurría. 

Escuché abrirse la puerta principal. Me apoyé casualmente de la encimera y miré hacia el recibidor.

– ¡Ey! –saludé. Terrence apareció en la puerta de la cocina unos segundos después.

– Ey –me saludó, yendo al refrigerador.

– ... Entonces, ¿cómo fue todo?

Entrecerró los ojos brevemente en mi dirección antes de concentrarse en el contenido del refrigerador.

– Bien.

– ¿Quemaste algo?

– No.

– ... ¿él quemó algo?

– Audrey... 

– ¿Qué? –mi voz sonó una octava más aguda, en un pobre intento de aparentar inocencia.

– Ya hablamos de esto. 

Chasqué la lengua.

– Solo era una pregunta de nada. 

– No. –sacó una manzana y cerró la puerta del electrodoméstico– Era una pregunta intencionada con el propósito de averiguar qué es lo que hace Kurt como portador gamma.

– ... ¿Y vas a responderla?

– ¡No!

Resoplé.

– Vaya fiasco. 

– ¿Qué haces en la cocina, de todos modos?

– ¿Qué? ¿Acaso eres el único que come?

– No estás comiendo.

– Estoy... –señalando la tetera– haciendo té, duh.

– La tetera no está encendida.

Oh.

Resoplé y pisé el botón.

– Eso es porque me distraje preocupándome por tu bienestar. Pero, ¿sabes qué? Está bien. No vuelvo a preguntarte más nada. No volverás a escuchar los signos de interrogación ser entonados por mi voz. 

Evolution ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora