26.1. Dúo icónico.

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"Si quieres jugar sucio, vamos a jugar sucio. Pero la primera vez que te folle no va a ser aquí. ¿Entendido?"

Estaba... tan jodida. Las palabras se repetían una y otra vez en mi cabeza como en bucle. 

Al principio, me había sentido muy satisfecha conmigo misma por la manera en la que terminó todo el espectáculo. No solo había probado mi punto, dejando a Kurt en evidencia; sino que además le había dejado con una erección monumental. Esperaba que le doliera. Y esperaba que se quedara muy frustrado. 

Cuando la euforia del momento de empoderación se gastó... comencé a procesar todo lo demás.

Y no tenía ni idea de cómo me sentía al respecto.

¿Furiosa? Quizá. ¿Pero con él o conmigo? Puede que ambos. ¿Celosa? Ni siquiera quería pensar en ello. Me daba náuseas. Y no lo decía por ser dramática. Imaginarme a Kurt con otra chica literalmente me ponía enferma hasta darme ganas de vomitar. 

¿Frustrada? Definitivamente. ¿Sorprendida? Solo un poco. Quiero decir, había estado tan cachonda que creo que podría haber perdido la virginidad en un aula vacía de un instituto en medio de la nada, encima del escritorio del profesor, con la última persona con la que debería estar teniendo sexo en primer lugar. Y entonces habría sido incómodo. Porque no me imaginaba llegar hasta el final con Kurt para después decirle: "Já, ¿viste? No era por Mc'Kein.", pero estoy casi segura de que lo habría hecho si él no nos hubiera detenido. Así que sí, estaba un poco sorprendida por lo que una cabeza nublada por las hormonas podía considerar lógico.

Pero por encima de todo, estaba nerviosa, intentando decidir cómo tenía que actuar cuando tocara la campana y terminara la clase de Biología Humana a la que había llegado tarde por casi tener sexo con Kurt. Porque le iba a ver. ¿Y entonces qué? 

Tal vez podría hacer un "Denisse" y actuar como una reina del hielo. Hacer un no-me-importa-nada-estoy-buena-y-soy-invencible. O tal vez podría evitarlo por completo, ignorar su presencia. 

No. Kurt no iba a dejarme hacer eso. Era irritantemente maduro en ese aspecto. Cuando había un problema, era el primero en proponer hablar sobre ello. Tan pronto como intentara evitarlo, ahí mismo me iba a pillar y comenzar con lo de "vamos a tener una conversación adulta sobre lo que ha ocurrido blah blah blah ven para acá blah blah Audrey mírame a la cara". Siempre lo hacía. Incluso en los entrenamientos cuando me impacientaba y me ponía de mal humor.

La campana tocó antes de que pudiera decidirme. 

Vale, mierda. Me iba a tocar improvisar otra vez.

« Tú con la frente en alto, nena »

Como el instituto estaba prácticamente vacío luego de unos minutos, no vi el daño en esperar fuera del aula. Cuando escuché pasos al final del pasillo, tomé una respiración profunda y miré como quien no quiere la cosa.

... Y me encontré con Jagger, con una jocosa sonrisota de oreja a oreja, caminando como si tuviera Staying Alive de fondo. Llevaba el brazo levantado y un llavero colgaba de sus dedos.

– ¿Adivina qué? –movió sus cejas.

Eran las llaves del coche de Kurt.

Primero sentí alivio.

Después, se me escapó un gran bufido de incredulidad.

– Por supuesto que sí –mascullé–. Cobarde hijo de puta. 

Jagger alzó las cejas, impresionado.

– Tú no –rodé los ojos, despegándome de la pared para caminar a su lado.

Evolution ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora