Capítulo 6

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"Solo vemos las consecuencias cuando están delante de nuestras narices." - Tokio❤

¿Alguna vez estuve en la cárcel?

Es una buena pregunta. Y la respuesta es no. Bien, en realidad nunca podría haber pisado una cárcel, todavía no era mayor de edad cuando robaba, así que más bien habría ido a una especie de reformatorio.

Pero el día que más cerca estuve de ir, fue el siguiente:

Yo tenía unos 14 años. Era muy ingenua por aquel entonces, lo cual veo completamente normal ya que era todavía muy joven.

Habíamos robado varios válidos objetos en un museo, en Bilbao, y ahora todo el mundo nos buscaba. Estaba yo empaquetando todo y preparándolo para irnos mientras papá atendía otros asuntos fuera antes de marchar.

La tele estaba encendida, y mientras cerraba una bolsa escuché como decían haber capturado al culpable del ataque al Museo Guggenhein de Bilbao (cierto es que hay otro en Nueva York, pero lamentablemente allí jamás estuve). Me acerqué a la tele corriendo y, completamente aterrada y sin saber qué hacer, fui a la comisaría. Quería intentar salvar a mi padre, pero claro... en ningún momento se me había ocurrido que todo podía ser una trampa.

Y por supuesto que lo era.

Llegué a la comisaría y ya me empecé a oler algo, porque no había ruido, era casi imposible que si habían cogido a mi padre no hubiera revuelo. Aun así, entré fingiendo ir a buscar ayuda porque me habían atacado.

Pero en cuanto puse un pie dentro, dos agentes me agarraron de los brazos y me llevaron a una sala de interrogatorios. Eso no era nuevo para mi, no era la primera vez que me interrogaban, pero sí la primera que me iban a imputar cargos.

Sabía que iba a perder. Normalmente mi padre me decía que hacer, o antes del robo me recomendaba decir tal cosa o tal otra en caso de que me pillaran; o llamábamos a un abogado. Pero esta vez nada de nada. Estaba yo sola, mas no tenía miedo. Que va. Si me encerraban, confiaba plenamente en mi entrenamiento como para saber que sería plenamente capaz de escapar de allí casi sin ningún rasguño.

- Oye, ¿qué os pasa? ¡Soy inocente! - exclamé en cuanto me esposaron a la silla.

- _____ de Fonollosa - empezó uno -. Se te busca por varios robos en los últimos cinco años.

- Creo que no eres tan inocente - añadió el otro, sentándose en la mesa con una taza de café en la mano.

- Quiero llamar a mi abogado - exigí.

- Emmm... no - respondió el primero de ellos, que todavía estaba de pie apoyado en la puerta.

- ¡Esto es ilegal! Conozco mis derechos, puedo llamar a mi abogado si me da la gana - insistí, fingiendo estar indignada. Aunque sólo trataba de ganar tiempo.

- Sí, eso es verdad - siguió el mismo poli -. Pero me temo que no queremos arrestarte a ti.

Pues claro, ¡cómo había podido ser tan ingenua! La trampa no era para mí, sino para mi padre. Él vendría a sacarme de aquí y se lo llevarían preso.

Tenía que hacer algo.

- Pues si no es por mí, ¿por qué no me soltais? - pregunté.

- Ja, ¿y dejar que te escapes? - rió el segundo, que paró para dar un sorbo al café -. Ni en broma.

- Me estáis reteniendo aquí en contra de mi voluntad y sin motivo, yo me piro - afirmé, mientras tiraba de las esposas para que se rompieran.

- ¡Para! No vas a lograr romperlas, solo te harás daño - dijo el policía que seguía de pie.

- ¡Joder! - grité, parando cuando, efectivamente, de tanto tirar me corté un poco la muñeca.

- Te lo dije - indicó el policía.

- Bueno - el segundo ya se había terminado el café -. ¿Dónde está tu padre?

- Y yo que sé - respondí -. ¿Tengo cara de saber dónde está? Si vine aquí será porque pensaba que estaba en la comisaría, ¿cómo pretendas que sepa en qué lugar se encuentra ahora?

- Llámalo - dijo, y me puso un móvil delante.

- No - contesté -. Además... estoy atada, ¿cómo pretendes que marque el número?

- ¡Alto ahí, manos arriba! - gritaron varias personas fuera de la sala de interrogatorios.

Los agentes que me interrogaban salieron corriendo, para volver minutos más tarde con mi padre. Eso ya me lo esperaba, sabía que la cosa duraría poco; lo que desde luego no pensaba que iba a ocurrir fue que mi padre confesara el robo.

Mientras él hablaba, yo lo miraba sin poder creérmelo. ¿De verdad se estaba rindiendo? ¿Pero es que no veía que me arrestarían a mi también?

Y así fue. Nos arrestaron a los dos y, horas después, nos metieron en furgones distintos que nos llevarían a él a la cárcel y a mi al reformatorio. Genial, todo bien.

- Tranquila, tengo un plan - me susurró mi padre justo antes de que nos separaran -. Tú no hagas nada.

Y eso hice. Nada. Me senté al fondo del furgón, con la espalda apoyada en el asiento. El viaje era largo, en otras circunstancia tal vez habría dormido, pero en aquel momento no era lo que más me apetecía.

Tras un tiempo que me pareció eterno, llegamos al reformatorio. En realidad, no daba tanto miedo como lo pintan en la televisión, era moderno y bastante bonito. Estaba mirando y analizando el edificio cuando la policía me cerró la única ventana que me permitía ver el exterior. Suspiré y me volví a sentar.

Estuvimos quietos un buen rato. Como era la primera vez que iba a un lugar así, no tenía ni idea de si eso era normal, pero tampoco tenía modo de averiguarlo, así que me conformé con esperar. Desde la parte trasera del furgón, con las ventanas cerradas y la única luz de un foco gastado colgado del techo, no podía escuchar nada de lo que ocurría en el exterior, así que no voy a negar que me sorprendí cuando abrieron la puerta unos hombres vestidos de policías pero que claramente no eran policías.

Salí del furgón y respiré el aire puro del exterior (que muy puro no debía ser, pues a lo lejos se veía el humo salir de una fábrica cercana). Los que me habían rescatado me metieron en un coche de policía y me llevaron de vuelta a casa.

Al llegar, las maletas ya estaban hechas y todo listo para irnos de casa. Nuestra próxima parada, Florencia, al fin.

Jamás hice preguntas sobre lo que había pasado. Nunca comenté nada, mi padre tampoco. Simplemente, lo dejamos pasar. Si había salido bien, no era necesario darle más vueltas.

Holis
Me he adelantado, I know
Creo que más tarde no podré publicar, así que lo hago ahora
Gracias por leer
♡♡♡

La Casa De Papel (partes 3 y 4)//¿Y si Berlín hubiera tenido una hija?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora