Capítulo 32

297 15 0
                                    

 “Eso es la nostalgia, descubrir que las cosas del pasado que entonces ni siquiera sospechabas que eran la felicidad... Sí lo eran”. - Tokio❤

Recuerdo aquella noche en el monasterio, meses antes de entrar al Banco. Yo había tenido una gripe horrible durante todo el día, así que me había perdido la clase en la que me solía colar. Pero una vez entrada la noche, me había empezado a encontrar mejor, de modo que decidí salir de mi cuarto para que, mínimo, supieran que estaba viva.

No encontré a nadie por los pasillos, así que decidí salir fuera. Hacía frío, así que me maldije internamente por no haber bajado un abrigo, pero caminé hasta encontrarme con Tokio, que veía el anochecer con una cerveza en la mano.

- Ey - dije, para llamar su atención.

Ella se giró y se levantó.

- ¿Qué haces aquí fuera? Hace frío, te vas a poner peor de lo que ya estás. Anda, vuelve dentro - me regañó.

- Es que dentro no encontré a nadie, y me siento sola - afirmé.

- Deben estar en sus habitaciones ya, las clases de hoy han sido duras - dijo -. Vamos a dentro, voy contigo.

- Gracias, Tokio.

Volvimos a mi habitación y empezamos a hablar de la vida. Yo le conté mis pequeños robos y lo que mi vida había conllevado por ser hija de un ladrón, y ella me contó como había empezado en aquel mundo con el amor de su vida, al que había perdido tiempo atrás, y cómo mi tío la había encontrado salvándola en un momento crítico.

- Había policías esperándome. Entonces tu tío vino en un coche rojo y me ofreció robar la Fábrica de Moneda y Timbre. Dos mil millones, ni más ni menos - explicó -. Y, sinceramente, entre ir a la cárcel y ser millonaria, elijo el dinero. Tampoco tenía nada que perder ya.

- Vy nikogda ne uznayete, chto u vas yest', poka ne poteryayete eto - dije, y ella puso cara de "la tuya por si acaso".

- ¿Qué?

- Es ruso. Significa "no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes". Quiero decir que igual sí que tenías algo que perder.

- No lo creo. En realidad, gané muchas cosas: un ángel de la guarda, amigos y un nuevo amor. Fue como renacer, tuve otra vida desde entonces. Pero ¿desde cuándo sabes ruso?

- Oh, no sé ruso. Algunas frases sueltas. Mi tío es el que sabe; él me enseñó.

- ¿El Profesor sabe ruso? Por qué no me sorprende... Dime algo.

- ¿En ruso?

- No, en chino. Pues claro que en ruso.

- Spasibo, chto byli zdes'. YA lyublyu vas milliony, ya ne znayu, chto by ya bez vas delal. Ty mne kak sestra - dije: "Gracias por estar aquí. Te quiero millones, no sé que haría sin ti. Eres como una hermana para mí".

- No entendí nada pero supongo que es algo bonito. ¿Qué significa lo último que has dicho?

- ¿Sestra?

- Sí, eso.

- Hermana.

- Sestra... es bonito. Me gusta.

Sonreí, y ella me devolvió la sonrisa. Fue ahí cuando comprendimos que aquella palabra rusa se convertiría en nuestra manera de llamarnos cariñosamente y que acabaría significando mucho más.

Llamaron a la puerta. Tokio y yo nos quedamos calladas, mirándonos a los ojos sin saber si responder o no; era tarde, si era el Profesor seguro que nos caía una buena bronca.

- ¿Quién es? - pregunté al final.

- ¿Qué hacéis ahí? - preguntó Nairobi del otro lado -. Es la una de la mañana, todos se han ido a dormir ya.

- Pasa - le dije.

Ella entró y se sentó en la silla que había al lado de la cama; Tokio estaba en el suelo, con la espalda apoyada en la pared, y yo estaba sentada en la cama, en frente de Tokio y, ahora, al lado de Nairobi.

- Estábamos hablando de la vida - señaló Tokio -. ¿Sabías que Sidney habla ruso?

- ¿En serio? - preguntó Nairobi, girándose sorprendida hacia mí.

- Algunas cosillas, sí...

- Di algo. Di, di... "las tres que estamos aquí somos las putas amas" - pidió.

- No estoy segura de saber decir "putas" en ruso - reí -. No ya mogu skazat' vam, chto ya ochen' lyublyu vas oboikh, i chto troye iz nas, kto zdes', yest' i budem nerazluchny.

- ¿Qué has dicho? - preguntaron a la vez.

- Que os quiero muchísimo. Y que las tres somos y seremos inseparables.

- Hasta la muerte.

- Hasta más allá de la muerte.

- Prometedlo - pedí -. Prometedme que estaremos juntas siempre.

- Te lo prometo.

- Yo también. Te lo prometo, sestra.




Holaa!
Hacía muchísimo que no hacía un capítulo cortito a lo flashback, así que aquí está uno.
Por cierto, muchas gracias por las 7k. Me hace mucha ilusión..., así que gracias♡. Bye!

La Casa De Papel (partes 3 y 4)//¿Y si Berlín hubiera tenido una hija?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora