Capítulo 50 - Berlín T1

21 2 13
                                    

"No puedes rechazar un solo día de amor solo porque se acabará". - Damián❤️

Era un día tranquilo. Comíamos, en la azotea, con unas vistas perfectas de la torre Eiffel. Toda la banda menos papá, que, aunque me costase asimilarlo, debía estar con Camille en algún restaurante cuyo nombre no me apetecía conocer.

- Oye, ¿se pueden pedir adelantos del golpe? - preguntó Cameron.

- ¿Para qué o qué? - pregunté a mi vez.

- Para estos cuatro días. Hay un festival de música electrónica en Nueva Orleans très cool. Me fliparía ir a darlo todo.

- ¿A Nueva Orleans? - repitió Bruce -. ¿Pero tú sabes dónde está Nueva Orleans?

- Me da lo mismo estar una hora en autobús que veinte en un avión. Si es por una buena causa.

- ¿Y cuál es la buena causa? - preguntó Roi.

- Divertirse. Aventuras absurdas que no sabes cómo van a acabar. Vente conmigo. París-Nueva Orleans. Es que suena hasta bien.

- Apoyo la moción - dije -. Yo me apunto.

- No, de eso nada - negó Roi -. Tu padre me mata.

- Aburrido.

- Aprecio mi vida. Es distinto.

- Aburriidooo.

- Pero bueno, da igual, si no nos vamos a Nueva Orleans nos quedamos aquí celebrando - intervino Bruce.

- Si es por celebrar, champán para todos, ¿no? - propuso Damián.

- ¡Sí! - exclamé.

- No, para ti no.

- Pero…

- No.

- Oh.

En ese momento empezó a sonar el teléfono de Damián. Se me pasó por la cabeza que pudiera ser papá, que algo había salido mal, que la misión estaba nuevamente comprometida. No era nada de eso.

- Eh, eh, es mi mujer. Sois todos estudiantes de la Sorbona. Que nadie hable español - descolgó -. Hola, cariño, ¿qué tal?

- Hola, Damián.

Aproveché para robarle algo de helado a Keila. Estaba delicioso, así que no le devolví la cuchara y seguí atacando la copa. Ella no parecía darse cuenta.

- Mira, me pillas tomando algo con unos alumnos en una azotea en París. Qué bohemio, ¿eh? Aquí mis alumnos.

Fue pasando el móvil para que saludáramos. Yo tenía la boca llena por el helado, así que me limité a sonreír y agitar la mano.

- Uy. Esa es muy joven, ¿no?

- Es superdotada.

- Ah.

No hice demasiado caso y seguí comiendo. Superdotada o no, nunca lo sabríamos, pero lo que sí sabía era que tenía hambre, y ese helado me estaba sabiendo a gloria.

Damián se levantó para hablar con su mujer en privado después de que Keila hiciera una demostración de su dominio del idioma local.

- Oye, ¿tú cómo sabes tanto francés? - le preguntó Cameron.

- Porque viví unos meses aquí cuando era pequeña con mi familia.

- Lo más…

- Sí… Oye, ¿podrías dejar de comerte mi helado?

- ¿Tu helado? - repetí, acercando el recipiente a mi lado de la mesa -. Mmm, ya no.

- Luego se queja por un zumo - masculló Roi.

La Casa De Papel (partes 3 y 4)//¿Y si Berlín hubiera tenido una hija?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora