Capítulo 30

338 30 4
                                    

"La distancia es a veces la única manera de encontrar la paz". - Berlín❤

Me acerqué a la mesa y cogí unas tijeras que había allí encima. Me acerqué a mi tío con ellas en la mano.

- ¡Eh! - exclamó Alicia -. ¿Qué... haces?

- Ayudarte. De nada - respondí, mientras cortaba las cintas que mantenían preso a mi tío. Ví como la inspectora buscaba su pistola -. La tengo yo.

Levanté el vestido levemente para dejar ver su pistola en una funda, atada a mi pierna.

Mi tío se acercó a ella, que ya no se quejaba, para ayudarla, mientras yo desataba a Logroño y a Marsella, quien ya se había despertado.

El Profesor comenzó a dar órdenes, como siempre hacía. Eché un rápido vistazo a las cámaras del Banco. Nada. Todo parecía en orden.

- Ahora vuelvo - dije, y salí de allí.

Volví sobre mis pasos para llegar junto a Rafael.

- ¿Qué ha pasado? - preguntó -. He oído ruidos pero he decidido no intervenir.

- Nada importante. La inspectora se ha puesto de parto y le están ayudando... es largo de contar, pero digamos que no hay ningún peligro. ¿Vienes?

- Sí, claro. Vamos.

Me siguió de vuelta a donde estaban los demás. Al llegar, vimos a mi tío arrodillado delante de la inspectora, con un bebé en las manos.

- Me voy cinco minutos y ya ha nacido - dije, acercándome -. Podrías haberme esperado al menos.

- Rafael - dijo mi tío, mirando a la persona que venía detrás de mí.

- ¿Lo sabías? - pregunté.

- ¿Qué?

- No te hagas el tonto, Sergio, ¿lo sabías?

- Sí.

- Marsella, tú también ¿verdad?

- Sí - contestó él.

- ¿Y por qué nunca me habíais dicho nada?

Mis quejas se vieron interrumpidas por el ruido de una explosión. Venía de la televisión. Todos giramos la cabeza y vimos lo que acababa de ocurrir en la azotea del Banco. Me llevé las manos a la boca, escandalizada. Era irse unos minutos y ya andaban explotando cosas.

Mi tío se levantó, dejando el bebé en brazos de su madre, y rápidamente cogió los cascos para darles órdenes a los demás.

- Tengo que volver - dije, mirando las cámaras -. Me necesitan.

- Te diría que no, que aquí estás a salvo - empezó el Profesor, quitándose los cascos -. Pero todos sabemos que haces falta allí dentro. El problema es cómo vas a entrar... no deberías haber salido.

- Ah, no me digas, pues de nada eh - dije, sarcástica -. Estaba preocupada. Pensaba que te iban a matar. Perdón por querer ayudarte, a ti y a todos.

- Puedes entrar infiltrada, como hicieron los demás - indicó, sin hacerme caso -. Irás como si fueses una militar.

- Seguro que Tamayo acaba considerando la posibilidad de necesitar refuerzos. Y ahí es donde entras tú - habló Alicia desde detrás.

- Espera, ¿estoy soñando o nos estás ayudando? - pregunté, sonriendo en su dirección.

- He perdido todo. Ya no me queda nada que perder, así que sí, os estoy ayudando - contestó, devolviéndome la sonrisa -. Algo que podéis hacer es presentaros en la carpa, uno o dos de vosotros, y exigir entrar. Tamayo sabrá que los de dentro pueden necesitar ayuda, así que aceptará sin consultarle nada a nadie. Cuantas más personas tratando de acabar con todos, mejor.

La Casa De Papel (partes 3 y 4)//¿Y si Berlín hubiera tenido una hija?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora