Capítulo 45 - Berlín T1

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"Esa era mi encrucijada, elegir entre las dos cosas que mueven al mundo: el dinero... o el amor" - Berlín❤️

- _______ - me llamó papá un rato más tarde.

- ¿Sí?

- Necesito que me ayudes.

- ¿Por qué presiento que tiene algo que ver con dónde estuviste esta noche? Que, por cierto, sigo sin saber qué hiciste.

- He conocido… a una mujer.

- ¿En serio? - él sonrió y asintió con la cabeza -. Eso es… maravilloso.

- Voy a ir a hablar con ella hoy.

- Quieres usar el método del perro.

- No lo llames así. Es de mal gusto.

- Sí, como sea. Pero es que a todo el mundo le gustan los perritos. Las adolescentes… no sé si eso funciona.

- Por favor. Acompáñame.

Fingí pensármelo. Por supuesto que acabé aceptando, y él me dio dos besos y me abrazó dándome las gracias.

Aquella misma tarde acabamos con Roi en un coche, aparcados delante de un bar, a la espera de que ella apareciera.

- ¿Podemos tener un perro? - pedí, interrumpiendo el silencio de la “vigilancia”.

- ¿Quieres un perro? - papá se giró en su asiento para mirarme.

- El monsieur francés tiene uno. Nosotros también podríamos. ¿No? Porfaa.

- Ya lo pensaré.

- ¿Qué hacemos aquí esperando, exactamente? - preguntó Roi.

- ¿Tú has visto alguna vez a una mujer en el metro o en el tren y te has quedado con ganas de saber algo más?

- Sí, claro.

- Pues a mí me pasó ayer por la noche, justo en ese bar. Quiero esperar a que vuelva y entablar con ella una conversación. Dos minutos, ¿eh? Dos minutos y ya.

- No, dos minutos no. Mejor una horita, un café y conocerse.

- Precisamente esa es la clave: dos minutos - Roi puso cara de no entender, así que papá decidió explicarse -. Cuando te fascinas con alguien, te obsesionas. Y cuando te obsesionas estás jodido. Te vuelves vulnerable. Pasas a ser uno más en esa lista de babosos y mentecatos que merodean en torno de ella para tratar de hacerla reír y mendigar una cita. Por eso hay que hacer justo lo contrario.

- ¿Y cómo va lo de lo contrario?

- Siguiendo una táctica militar: avanzadilla, golpe, huida. Acercarse a ella, tener una mínima conversación, y luego, retirarse. Dejarla asombrada al ser el primer tipo, seguramente en años, que no está pensando únicamente en hacerle el amor.

- Ya. Es inteligente la táctica.

- Pues a mí me vais a perdonar - interrumpí, colándome entre los asientos de delante para que ambos pudieran verme y poder unirme a la conversación -, pero con tu táctica, lo de avanzadilla y golpe bien, pero, hasta ahora, al final las que huyen son ellas.

Roi sonrió y se tapó la boca con la mano para no reírse. Papá me miró durante largo rato. Me encogí de hombros. Fue entonces cuando Roi no pudo aguantarse y estalló en carcajadas. Me contagió la risa casi al instante.

- Vosotros reíros. Que a esta la voy a conquistar así, y quien ríe último ríe mejor - levanté las manos en señal de rendición sin dejar de reírme -. Ahí. Ahí está.

Me asomé más para mirar por la ventanilla. Una mujer acababa de entrar al bar. Papá me miró y me hizo un gesto para que lo siguiera fuera.

Cuando ya íbamos hacia el bar, dio la vuelta para hablar una última cosa con Roi.

La Casa De Papel (partes 3 y 4)//¿Y si Berlín hubiera tenido una hija?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora