Capítulo 25

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"Como en el ajedrez, hay veces que para ganar es necesario sacrificar una pieza" - Tokio❤

Pasaron las horas. Yo estaba tan cansada que decidí irme a dormir. Por lo menos, a intentarlo. Hacía días que no dormía nada, y la tensión que se palpaba en el ambiente no ayudaba.

Más tarde, cuando me desperté, volví con el resto de la banda. Sabía que Denver, Río y Estocolmo estarían en la fundición, así que bajé allí.

- ¿Cómo vamos? - pregunté.

- Todo bien - respondió Denver -. ¿Has dormido?

- Un poco, sí.

- No deberías haber venido, Sid - dijo Estocolmo -. Esto es...

- ¿Demasiado para mí? Lo sé. Pero no me arrepiento de nada.

- Todos nos alegramos de que estés con nosotros - aseguró ella.

- ¿Sabéis dónde están los demás? - pregunté.

- Creo que están en la habitación del pánico - contestó Río.

- Gracias - sonreí, y me marché corriendo.

Llegué a la mencionada habitación y, efectivamente, allí estaban Tokio, Helsinki y Palermo, apuntando a Gandía cada quien con un arma distinta, y este estaba suelto. Yo me quedé en la puerta, para no molestar ni intervenir en lo que fuese que iba a pasar. Confiaba en que no lo iban a matar por muchas ganas que tuvieran.

- Ha llegado tu momento - dijo Tokio -. Ahora vas a ser dueño de tu destino: vida... o muerte. Hemos reconectado tus aparatitos. Vas a llamar a la carpa. Vas a hablar con Tamayo. Vas a decir que has matado a Nairobi. Hijo de la gran puta. Y que también me has matado a mí. Todavía no hemos descubierto la habitación del pánico, pero estamos a punto de hacerlo. Que vas a salir y que llevas una radio. ¿Qué pasa? ¿Te sigo poniendo cachondo como cuando te clavé la esquirla? Al lío.

Gandía cogió en teléfono. Marcó unos números y se lo llevó a la oreja. Contuve la respiración.

- Soy César Gandía - dijo -. Jefe de seguridad del Gobernador del Banco de España. ¡Esto es un engaño, me han atrapado, quieren tenderles una trampa!

No pude evitar soltar una carcajada, sabiendo que acababa de hablar con el Profesor. Yo claramente no sabía nada de lo que estaba pasando allí, pero al ver la cara de tranquilidad del resto, me quedó claro. La siguiente llamada sí que iría a la policía. Y si decía algo que no debía, pum.

- Sidney - dijo Palermo -. Que sorpresa. ¿Venís a ver el espectáculo?

- Sí - respondí -. Me apetecía reírme un rato.

- El Profesor pregunta que si has dormido bien - intervino Tokio.

- Dile que sí.

- Dice que sí - informó.

Hubo un rato se silencio hasta que volvió a decirle a Gandía que se pusiera manos a la obra.

Volvió a llamar. Esta vez si que era a la policía. Se presentó nuevamente, pero esta vez no hizo ninguna tontería.

- Coronel, estoy en la habitación del pánico - dijo -. Pero están a punto de descubrirla. He eliminado a Nairobi y a Tokio. Voy a cometer otra incursión. Llevaré una radio. Le doy la frecuencia: cuatro, seis, dos, punto, seis, seis, dos.

Tras esto, colgó.

- Con nosotros - dijo Tokio, levantándolo de la silla.

Tras un rato esperando, el Profesor dio la señal.

La Casa De Papel (partes 3 y 4)//¿Y si Berlín hubiera tenido una hija?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora