Capítulo 33

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"No me hagas la pelota, Sergio". - Alicia Sierra❤

Abrí los ojos lentamente. Me sentía tan cansada... Me di cuenta de que estaba tumbada en un sofá. Miré a mi alrededor tratando de no moverme mucho, y vi a Palermo a mi lado.

- ¿Estás bien, _______? - me preguntó.

- Yoo... eeh... No - balbuceé, mientras recordaba lo que había pasado.

- Te desmayaste - informó.

- Ya... lo sé. Tokio se ha... ido.

- Sí. Lo sé.

- Hay que seguir con el plan. Antes de que muera alguien más - dije decidida, levantándome -. Es lo que ella hubiera querido.

Sabía que seguir lamentándome no serviría de nada. Tokio había decidido dar su vida para salvar las nuestras. No podíamos estropearlo todo dejando de pelear para llorar su muerte. Mejor que, desde donde fuera que estaba, viese que gracias a ella todos salíamos bien de aquel infierno.

- Eh, eh, sentate - dijo Palermo, y yo obedecí -. Mirá, quedaron vivos dos putos militares. Uno de ellos está muy herido; el otro, el jefe, ha negociado con nosotros: hace un rato metieron a dos médicos. Así curan a Helsinki también.

- Eso está bien... - acepté -. ¿Los rehenes?

- Arturito salió hace ya tiempo - respondió, a lo que yo alcé una ceja en modo de pregunta -. En cuanto vos te fuiste, los rehenes se rebelaron y a Estocolmo no le quedó otra que disparar a Arturo.

- ¿Murió?

- Lamentablemente no.

- Y deberías saber otra cosa - la voz de Lisboa se coló en la sala seguida de sus pasos -. Hemos lanzado un comunicado diciendo la verdad.

- ¿Qué quieres decir?

- Hemos hablado de la muerte de Tokio y los militares, antes de que la policía pueda hacer algo y poner a la gente en nuestra contra - explicó.

- Bien pensado. ¿Algo más que deba saber?

- Estamos terminando de fundir el oro. Eso es todo.

- Lisboa. Estás mintiendo. Hay algo que no me quieres decir. ¿Qué pasa? - no recibí respuesta -. Palermo, ¿tú lo sabes?

Nadie dijo nada durante un largo rato. Ellos se miraban, como intentando debatir si decírmelo o no. Al final, fue la Lisboa la que abrió la boca.

- Mejor compruébalo por ti misma - me dijo, tendiéndome una de las radios para hablar con el Profesor.

- ¿Profesor? - pregunté -. ¿Tío? ¿Hola?

- ¿Sidney? - preguntó una voz del otro lado. Pero no era mi tío -. Soy Benjamín.

- ¿Logroño? ¿Dónde está mi tío?

- Ha salido en busca de la inspectora y hace rato que no sabemos nada de él.

- ¿Qué...?

La pregunta me salió con un hilo de voz. Dudé que Logroño lo hubiera oído, así que repetí la pregunta en voz alta tras aclararme un poco las ideas durante un par de segundos.

- ¿Qué ha pasado?

- Sierra aprovechó un momento crítico para escapar. Cogió uno de los coches y se fue. Marsella y el Profesor fue también tras ellos, pero Marsella tuvo un problema y se retrasó un poco en la persecución. La verdad yo...

- Benjamín, ¿por qué dices que no sabéis nada de mi tío?

- Marsella ha encontrado el coche del Profesor abandonado. Ni rastro del Profesor, de la inspectora o del otro coche. Han desaparecido.

La Casa De Papel (partes 3 y 4)//¿Y si Berlín hubiera tenido una hija?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora