Epílogo 2/2

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Sean me contó que Selene volvió como organizadora de eventos y permitió que Janeth aprendiera del negocio

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Sean me contó que Selene volvió como organizadora de eventos y permitió que Janeth aprendiera del negocio. Ahora, ambas son bastante solicitadas debido a lo grandiosas que son en su trabajo y me pareció una excelente idea hacer que Janeth organizara nuestra boda. Es un plan casi perfecto de no ser porque todo se arruinaría si ella me dijera que no está lista para casarse, o que no quiere hacerlo. Me he pasado los últimos dos días buscando el momento perfecto para proponerle matrimonio, pero lo he dejado todo al final, a la boda que Janeth preparó sin saber que era la nuestra. La miro dormir, pensando en la mejor forma de decirle que hoy es nuestra boda y debe alistarse, pero prefiero salir de ahí ante el temor de su rechazo.

—¿Ya se lo dijiste? —pregunta Abby al verme salir de la habitación.

—No —murmuro avergonzado—. Estaba esperando a que despertara.

—Si sigues esperando la boda de hoy no tendrá novia —me recuerda—. No lo pienses tanto, solo dile lo que sientes.

—¿Y si me rechaza?

—No será el fin del mundo —suelta relajada—. Ahora ve y habla con ella.

Casi me empuja al interior de la habitación, pero Janeth ya no está en la cama. Me acerco a la puerta del baño y escucho la regadera. Reprimo mis ganas de meterme con ella y salgo para bajar a la cocina. Abby apenas va a empezar a preparar el desayuno cuando me ve, tuerce la boca y me señala los huevos que tiene sobre la mesa.

—¿Cuánto más vas a esperar? —murmura—. Deberías subir, entrar con ella a la ducha y decirle ahí que quieres casarte con ella.

—Se lo diré cuando sea el momento.

—La boda empieza a medio día, el momento debe ser ahora —me recuerda.

Estamos terminando con todo cuando Janeth baja. Trae un bonito vestido floreado que la hace ver increíble. Nos saluda, toma asiento y espera a que el desayuno este listo. Mientras está ahí, Abby no deja de codearme o de murmurar que es el momento, pero no puedo. Debe ser especial.

—¿Y ya sabes quién es el cliente secreto? —pregunta Abby al ver mi negativa.

—Ni idea —responde Janeth—. Después de desayunar iré a encontrarme con él.

—¿Y sí el evento se cancela? —suelto.

—Sería triste perder todo lo que hice. —Janeth nos mira—. ¿Qué te llevaría a cancelar una boda?

—El miedo —dice Abby y le extiende un plato con el desayuno a Janeth.

—Pero, si amas a esa persona el miedo debería ser lo último que te detenga.

Me quedo callado ante sus palabras y la observo por un momento antes de disculparme por no poder desayunar con ellas. Subo a la habitación para alistarme y le mando un mensaje a Sean diciéndole que es ahora o nunca. Cuando bajo, Janeth se ha ido.

—Selene le llamó —me avisa Abby—. Dijo que era algo urgente.

—Venga —le digo—. Hay una boda que realizar.

Abby deja todo para seguirme hasta el auto y vamos directo al salón donde Janeth ha preparado la boda. Sean nos está esperando con una bolsa de una tienda cara que le da a Abby. Ella sonríe emocionada por la prenda que está en su interior y va al interior del salón para cambiarse. Sean me da una palmada en la espalda y se ríe un poco al ver mi rostro admirar el buen trabajo que Janeth ha hecho. Mi corazón se vuelca al pensar que esto es lo más cercano que podría estar a la boda de sus sueños y suspiro, arrepintiéndome de haber pensado en pedir primero la boda y luego proponerle matrimonio.

—Ellas están aquí cerca —me avisa Sean—. Selene me dijo que Janeth está preocupada por que la boda vaya a cancelarse.

—Iré por ella —le digo, pero Sean me sujeta el brazo.

—Tengo una mejor idea.

Me pide que vaya al centro del salón, y preparé mis palabras en lo que hacen que Janeth venga para conocer a su cliente secreto. No puedo ni pensar en lo que le diré, ni lo apresurado que se siente todo, pero ya no tengo otra alternativa. Es ahora o nunca. Saco la cajita con el anillo que compré cuando decidí que quería que Janeth fuera mi esposa, carraspeo un poco debido al nudo que comienza a formarse debido a los nervios y oigo unos pasos acercándose.

—¿Y por qué quiere verme? —escucho a Janeth. Su voz suena algo preocupada—. ¿Hay algún problema?

—Velo por ti misma —dice Selene y me giro.

—¡Vaya broma! —Janeth suspira un poco aliviada—. ¿Qué haces aquí?

—Tengo que decirte algo —susurro.

—Pero, la boda ya va empezar —me detiene—. Y no tengo rastro alguno de la pareja, o los invitados.

—Janeth... Cásate conmigo —suelto. Sostengo sus manos, esperando a que me diga algo, pero veo en sus ojos la confusión que mis palabras han ocasionado en ella—. Lo siento. No es la forma más romántica ni cursi en la que alguien debería pedir matrimonio.

—¿Estás hablando en serio? —pregunta en un murmullo.

—Sí, muy en serio —respondo apretando mi agarre—. Me enamoré tanto de ti que ni siquiera supe en qué momento te clavaste en mi corazón. Solo sé que después de que me despedí de ti en ese aeropuerto, me prometí que si salía vivo de lo que fuera a pasarme no esperaría demasiado para pedirte que pasemos el resto de nuestros días juntos.

Janeth ahoga un sollozo y yo suelto sus manos para tomar su rostro y darle un tierno beso que demuestre todo el amor que siento por ella. Sus dedos se deslizan por mis brazos hasta mi cuello y me abraza con fuerza mientras seguimos besándonos.

—Te amo, Janeth —digo apenas nuestros labios se separan—. Y de verdad quiero casarme contigo, hacer una vida, tener una familia, cumplir todos y cada uno de tus sueños...

—Ya lo has hecho —me interrumpe—. Y sí. Quiero casarme contigo.

Le doy otro beso, más intenso que el pasado y Selene toma a Janeth de los hombros para darle un abrazo. Sean se acerca a nosotros, nos felicita porque todo haya salido como esperábamos y señala a la puerta, donde los invitados comienzan a llegar. 

—¡Tu eras el cliente secreto! —exclama, lanzándose a mis brazos.

—Así fue como nos conocimos, ¿recuerdas?

—Y ahora firmaremos un nuevo contrato —amenaza en tono de broma—. Tu y yo toda la vida. ¿Aceptas?

—Acepto. 

FIN

Juguemos a que soy tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora