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—Tengo que ir con Madame —es lo primero que le digo a Abby cuando bajo a verla—

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—Tengo que ir con Madame —es lo primero que le digo a Abby cuando bajo a verla—.  Saber que está bien.

—¿Por? —pregunta, confundida. 

—Quise hablar con ella y escuché voces de hombres —le explico. Empiezo a ponerme ansiosa—. Estaban preguntando por mí. 

—¿De verdad? —Noto en su rostro la preocupación que mis palabras le han ocasionado—. ¿Crees que…?

—Sí —respondo sin titubear—. Es él. Ha ido a buscarme.

—Hay que hablarle a Rick —afirma, yendo hacía el teléfono.

De alguna forma, la ansiedad me invade y empiezo a dar vueltas de un lado a otro. Abby me mira, y me sujeta de los hombros en un intento de hacer que me calme, pero no puedo. ¿Y sí Matt ya no me quiere por romper la promesa? ¿Y sí está enojado? ¿Y sí hace algo malo por mi culpa?

—¿Matt sería capaz de lastimar a alguien?  —me cuestiona Abby.

—No lo sé —suelto, desesperada—. Nunca quise involucrarme de más en sus negocios…

—Sabes más de lo que aparentas —me interrumpe—. Déjame hablar con Rick, él sabrá que hacer.

Asiento. Abby toma el teléfono, y marca a Rick. Recuerdo lo que pasó anoche, y de nuevo la ansiedad me invade. Matt va a buscarme, dará con Rick y sabrá lo que hicimos… Lo que estoy sintiendo.

—Janeth —me llama Abby—. Rick quiere hablar contigo.

—No puedo —contesto de inmediato.

—¿Segura? Quiere saber si estás bien.

—Estoy bien, sólo… no puedo hablar ahora.

Abby vuelve a acercar el teléfono, intercambia algunas palabras, y cuelga.

—Debemos esperarlo antes de hacer cualquier cosa —me avisa—. Él verá si Madame está bien.

—¿No puedo volver a llamar?

—Creo que lo mejor es esperar.

Me convenzo de que todo estará bien, antes de que Abby empiece a cuestionarme todo lo que sé sobre Matt. Porque tiene razón.  Sé más de lo que aparento, y me asusta que ese sea un motivo por el que Matt quiso estar conmigo.

—¿Quieres comer algo?

—Iré a recostarme —rechazo su invitación.

Abby hace un gesto de preocupación, que entiendo a la perfección. Le aprieto un hombro, en señal de que todo está bien, y regreso a mi habitación. Busco entre mis cosas, las únicas que traje de Madame, mi diario. Hace tiempo que no escribo en él, y realmente pensaba en deshacerme de sus páginas. Lo veo, y empiezo a hojearlo con la esperanza de encontrar alguna respuesta a lo que está pasando.

—Madame me tiene un nuevo trabajo —leo en voz alta—. Su nombre es Matt, y es un gran empresario.

Y aí, lo era. En tan sólo un año, duplicó sus ganancias y se hizo bastante conocido entre el gremio. En un principio, yo solamente era el trofeo, una mujer bonita para presumir en las fiestas y de la cual disfrutar cuando llegaba de trabajar. Recuerdo que me hacia usar tipos muy específicos de ropa, pues le gustaba juguetear en cualquier parte de la casa, y del exterior. Por eso, tenía que usar prendas con fácil acceso a mis partes íntimas. Con el tiempo, el jugueteo fue haciéndose cada vez más intenso, hasta que un día me confesó que sentía algo por mí.

—Matt me ha dicho que le gusto, que me quiere, y que le gustaría tener una oportunidad de ser más que mi cliente —recitó.

Para ese tiempo, yo también empezaba a sentir cosas por él. Era tan apasionado, y estaba tan roto, que empecé a quererlo con el único fin de curarlo, de hacer que se sintiera mejor. Así fue que, volvió con Madame y le pidió que quería recontratar mis servicios por un año más, año que sería muy diferente pues nos empezamos a tratar cómo una pareja.

Vaya que Matt me hizo varios regalos, me llevaba a lugares desconocidos y hermosos, y me hacia sentir segura, hasta que tuvimos el primer percance. Unos tipos entraron a su casa, y quisieron llevárselo cómo parte de una venganza que no entendía. Ahí nuestra relación volvió a las sombras, y aunque me encantaba estar con él algo se fue apagando.

Y me lo pidió. Me pidió que me casará con él porque no podía vivir sin mí, y si aceptaba nos largaríamos de ahí para hacer una nueva vida juntos lejos de todos los que nos conocieron alguna vez.

A veces me preguntó que hubiera pasado en ese momento le hubiera dicho que sí, que me iría con él hasta el fin del mundo. Pero, en el fondo sabía que algo podía salir mal y que necesitaba de Madame. Así que le pedí que hablará con ella.

La última vez que hablé con él fue ese día en el que Madame le dio su listado. Su cara tenía un gesto sombrío que nunca le había visto, pero seguía queriendolo. Me miró fijamente y me hizo prometerle que no me iría con otro hombre, que lo esperaría el tiempo que tardara.

Volví a decir que sí. Estaba segura de que haría la lista rápido y en un par de meses vendría conmigo. Nos despedimos con un beso lleno de necesidad, y lo vi salir de la puerta.

—Madame me quitó la oportunidad de irme —digo, observando la frase en mi diario.

¿Y sí no fue así? La pregunta viene a mi mente. ¿Y sí sabía algo y me estaba protegiendo? Dejó el diario en mi cama, y me pongo a buscar un abrigo. Tengo que ir con ella, necesito una explicación a todo lo que sucedió con Matt.

—¿A dónde vas? —pregunta horrorizada Abby al verme bajar las escaleras—. No puedes salir.

—Necesito hablar con Madame.

—Pero, los hombres…

—Eran los guardaespaldas de Matt —le informó—. No me harán daño.

—¿Qué hay de Rick? —me recuerda—.  ¿Vas a dejarlo sólo?

—Volveré —digo, decidida.

—Iré contigo —habla Abby—. O Rick va a matarme por dejarte ir sola.

Suelto una risa. Espero que mi plan funcione, y que todo salga bien. Lo menos que quiero hacer ahorita es lastimar a Rick.

Juguemos a que soy tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora